Gaspar de la Noche en la zona polar entre Suecia y Filandia, por Javier Claure

El Festival Cultural Nocturno de Korpilombolo se llevó a cabo, el mes de diciembre del año pasado, bajo el auspicio de la Asociación Cultural Korpilombolo y diferentes organizaciones culturales. Un intenso programa entre conferencias, talleres de escritura, películas, poesía, fotografías, conciertos, bailes, libros, teatro, música y exposiciones de cuadros fueron expuestos al público. Las conferencias se realizaron en sueco y en “meänkieli”, un idioma muy parecido al finlandés. Todo comenzó hace 18 años cuando Julián Vásquez Lopera, escritor colombiano y ex docente de la Universidad de Estocolmo y de Lund, investigaba sobre la obra del poeta colombiano León de Greiff de ascendencia sueca. Entonces se le vino a la cabeza la idea de hacer una conexión simbólica entre Korpilombolo y Bolombolo. Es así que fundó, junto a las hermanas Nylund y otras personalidades detacadas en el ámbito de la cultura, el Festival Cultural Nocturno de Korpilombolo.

Korpilombolo es un pueblo situado en la frontera con Finlandia y pertenece a la comuna de Pajala. En este pueblo viven alrededor de 500 personas. Hay dos hoteles, el “Hotel Bolombolo del Cauca” y el “Polar Center”. Según el Instituto Sueco de Meteorología e Hidrología (SMHI), la temperatura, en este sector, puede llegar hasta -30 grados en invierno. En esta época todo el pueblo está cubierto con un manto blanco de nieve. Y en las noches entre la nieve, el frío, la quietud de sus hermosos paisajes y el silencio del pueblo, se llevaron a cabo las actividades del festival en diferentes locales. La mayoría de la gente camina, bien abrigada, de un local a otro. Muchas personas utilizan trineos para desplazarse. Y las noches del festival resultaron ser una fiesta cultural en todo el sentido de la palabra. En esta parte de Suecia, en los meses de invierno, ocurre un fenómeno climático que se llama “la noche polar”. Esto quiere decir que el sol no sale en el horizonte hasta finales de enero. Linnea Nylund, presidenta de la Asociación de Korpilombolo, cuenta por qué escogieron la noche para realizar el festival: «En verano también están presentes las noches. Pero no es tan expresiva como lo es ahora que podemos caminar con tranquilidad en medio de la oscuridad, el frío y mientras cae la nieve»  

Cuando el sol cambia de rumbo y se va a otra parte del mundo, aparece la noche, la oscuridad, el silencio, la tranquilidad, el miedo, el jolgorio y la inseguridad. La luna y las estrellas son testigos de secretos, de andanzas y de nobles sentimientos, pero también de momentos difíciles, de tragedia y de guerras que se vienen dando en este mundo ciego, sordo y mudo.

Gran parte de nuestra vida la pasamos de noche y abandonamos el mundo y todas sus combinaciones de ajetreo. Es entonces cuando pasamos al reino del misterio y de la contemplación de los astros. Soñamos en la noche y podemos desplazarnos hacia lugares jamás imaginados. La noche inspira a la poesía, a la literatura, al cine y la luz de la luna abre un sendero para la reflexión.

¿Qué tiene que ver Korpilombolo con Bolombolo del Cauca? Pues es una historia apasionante la que une a Bolombolo, una aldea tropical situada a las orillas del Río Cauca (Colombia) y a Korpilombolo, otra aldea situada cerca del círculo polar ártico, en donde las noches son largas y los días muy cortos en invierno.

Carl Sigismund von Greiff y su esposa Lovisa Petronella Faxe, bisabuelos de León de Greiff, habían partido de Malmö (Suecia) a Medellín (Colombia) el año 1825 en busca de mejores condiciones de vida. Su propósito: explotar alguna mina de oro en la provincia de Antioquia. La joven pareja nunca  más volvió a Suecia. León de Greiff nació en Medellín en 1895 y murió en Bogotá el año 1976. Es considerado como uno de los poetas más importantes del siglo XX en Colombia. Su obra está compuesta, entre otras cosas, por “yoes” autobiográficos bien camuflados. Es decir, distintos personajes que con el transcurso del tiempo tomaron diferentes rumbos. Podemos citar, por ejemplo, a Bogislao von Griffus, Matías Aldecoa, Leo de Gris y Gaspar de la Noche siendo quizá el más notable.

La historia cuenta que León de Greiff era “grafómano” y noctámbulo por excelencia. Probablemente en las nebulosidades de la noche se apoderó de un personaje, al cual lo llamó Gaspar de la Noche. Quizá escogió ese nombre para homenajear al escritor francés Aloysius Bertrand (1807-1841) y a su personaje “Gaspar de la Nuit”. Y, en consecuencia, el Gaspar “greiffiano” empieza a tomar cuerpo. En ese devenir de la vida, cuando León de Greiff tenía tan solo 21 años, comienza a trabajar como contador en el Banco Central de Bogotá. En la capital colombiana solía reunirse con los poetas de la época, y era apreciado por la bohemia bogotana, pero ignorado por el ciudadano común y corriente. En 1926 ocurre algo crucial en su vida, se cansa del ambiente bogotano y se va a vivir a Bolombolo, un pueblo tropical. Allí consigue trabajo como administrador de obras del Ferrocarril de Antioquia. Este hecho lo bautizó como una “fuga rimbaldiana”, haciendo alusión al poeta francés Arthur Rimbaud.

León de Greiff  había creado tres personajes: Matías Aldecoa, Leo De Gris y Gaspar de la Noche. Pero, según los entendidos en la obra “greffiana”, cuando viajaba Bolombolo hizo algunos cambios. Matías Aldecoa y Leo de Gris fueron a parar a Bolombolo, mientras que Gaspar de la Noche huye a Korpilombolo y se refugia en el exilio poético. En la zona polar de Suecia y frontera con Finlandia, Gaspar de la Noche vive los inviernos en completa soledad en medio de la nieve, bosques, árboles, casas abandonadas, canaletas, lagos, renos y trineos. Así transcurre su caminata semana tras semana, mes tras mes y año tras año. Mientras que en verano se viste con trajes tropicales y camina con sombrero y su bastón.

León de Greiff llegó por primera vez a Suecia en 1958 para participar como delegado colombiano en el Congreso Internacional de la Paz. Y un año más tarde fue nombrado primer secretario de la Embajada de Colombia en Suecia. Entonces, crea un nuevo personaje llamado “Fabulador Paradislero”. Este sujeto viaja a Korpilombolo para buscar a Gaspar de la Noche. Recorre por todo el pueblo entre la nieve y chiflones helados, hasta que finalmente encuentra a Gaspar de la Noche momificado y congelado. Lo lleva, en un cubo cubierto con hielo, a la residencia de León de Greiff en Estocolmo y lo mete en el “cuarto del búho”, donde se encontraban libros, manuscritos, calendarios, apuntes y la máquina de escribir del ilustre poeta. Entre las cuatro paredes de ese cuarto, le hacen una autopsia revertida a Gaspar. Y despierta enfurecido echando fuego por la boca. Primero porque lo despertaron, y segundo porque lo trasladaron a otro sitio muy diferente al que estaba acostumbrado. De repente surgió la pregunta ¿A qué se dedicaba Gaspar de la Noche en Korpilombolo? Pues vivía a la intemperie enfrentando los cambios climáticos polares. Sin embargo, vivía feliz y a sus anchas fumando una cachimba con tabaco de aroma achocolatado. Gaspar se arma de coraje para enfrentar las críticas y  opiniones de sus interlocutores. Y les contesta: «Desde luego que llevo una existencia alejada del mundo y filosofando conmigo mismo. Debo aclararles que en Korpilombolo jamás estuve convertido en cubo de hielo. Alguien del grupo tuvo la mala intención de propagar ese chisme».

Del poemario Réquiem por un mundo desfallecido

                          La Noche

La noche abortó cuatro estrellas 
delante de un hospital 
y respiraba como una serpiente recién nacida 
para dar paso a lo invisible 
en el útero partido por el mismo arcángel 
la noche con sus quejas, sus duendes 
y su titilar en la última trinchera 

La noche trenzada con hilo de tarántula 
repitiendo incansablemente su nombre 
clavado a las cuatro estaciones del año 
la noche que lame con su espátula rugosa 
letreros, calaminas, semáforos 
y cosas que incumben a la propia oscuridad 
atrapadas en bateas por hechiceros 

La noche fugitiva que lloriquea 
por no haber conseguido la paz 
y se come las uñas de bruja 
la noche cobarde de Obama y sus halcones 
dignos de cortar los meses con alfileres 
con “bombardeos humanitarios” 
y sus aviones no tripulados 

La noche rebelde 
que se apodera de los combustibles 
para quitarle lucro al forastero 
la noche que se despoja 
de su esclavitud 
de sus cadenas 
y de sus tabúes 

La noche prostituta que se ama a sí misma 
y se revuelca bajo un sombrero 
el jueves llovió noche 
el domingo lloverá noche 
no precisamente porque se excita de sudor 
sino porque los días mueren de angustia 
como mariposas empotradas en cemento fresco 

La noche tuerta 
que escupe bronce hirviendo 
a los que han pagado con mala moneda 
creando una regla de tres cruces 
la noche que en sus hombros carga 
a jinetes y a criminales 
con el puño extraviado en las tinieblas 

La noche con su velo rasgado 
agazapada a los durmientes 
desde donde gotea cubos sobre el asfalto 
la noche, un pájaro en llamas con las alas abiertas 
emitiendo juramentos 
diez mil silbidos de advertencia 
y furiosa resbala por los postes 

La noche alrededor del poeta Jaime Sáenz 
donde se duerme y no se duerme 
adversidad que habita en los toneles de alcohol 
la noche con sus relojes 
su desenfrenado proceder 
y sus cristales alumbrando los campos 
por donde pasa la noche de puntillas.

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