Hablamos con Jaime Sabater

Jaime Sabater Perales (Sevilla, 1970) cumple con su promesa y publica su primera novela. Publicitario y transitario, de formación y profesión, se describe a sí mismo como escritor tardío. Como diría el poema If de Rudyar Kipling, «esperar y no cansarte de la espera». De inspiración paterna le llega la pasión por la escritura, que se refleja en los relatos sobre su infancia y juventud. En ellos se refugia y desahoga.

Hola Jaime bienvenido al Gato Negro. Antes de comenzar te queremos agradecer que nos conceda esta entrevista.

Jaime, ¿qué nos puedes contar de ti?

¿Así, sin anestesia?, ¿sin una simple cerveza? Con cincuenta y tres años, tengo bastante que contar. Muchas cosas podéis encontrarlas en los relatos que publico cada domingo en RR. SS. o en Mis Relatos Favoritos, mi primera publicación con una selección ilustrada de los que más me gustan. Además, en la novela el protagonista, Federico, dicen mis amigos que tiene bastante de mí, aunque yo lo niegue. Ya se sabe que la ficción suele tirar de la realidad y de las vivencias personales. Por lo demás, soy un tipo de los más normal, con una vida un poco azarosa, dos hijas, un trabajo como transitario y esta afición que tanto me está aportando, que es la escritura.

 No busques más, que no hay, ¿que nos puedes contar del libro?

¡Uf!, ¿qué puedo decir? Emoción absoluta. La veo y no me creo de dónde he podido sacar tiempo para escribirla, corregirla, leerla mil veces y, por fin, publicarla. «Tiempo y dedicación,» como decía Loquillo sobre las chicas que le gustaban. Se trata de una novela costumbrista. Sí, no es negra ni histórica ni de autoayuda, que le voy a hacer. Lo intento, pero me sale el costumbrismo por las orejas, aunque prometo probar con otros estilos. Es una novela de ficción desarrollada en una ciudad andaluza actual, que tiene todas las papeletas para ser Sevilla, pero que no lo es, al menos en el barrio y por las calles en las que discurre la acción. El protagonista, Federico, después de fracasar personal y profesionalmente, se embarca en una aventura hostelera, que será el centro de la historia. Desde su pequeña abacería, La Natural, nos presenta a todos los personajes y… Ya no cuento más, que me embalo. Sí os digo, que la novela está cargada de musicalidad, de gastronomía, de olores y sabores, algunos amargos. Llena de humanidad, de grandezas y de vilezas. Abunda en ritmos y contiene alguna pasión desenfrenada… Ahí lo dejo.

Os adelanto que la segunda novela será de ficción. Desarrollada durante la transición española vivida por los adolescentes de la época, entre los años 1979 y 1980 aproximadamente.

¿Qué te llevo a escribirlo?

Como siempre, mi padre, que es la mayor inspiración. También esta ajetreada vida que llevamos. La escritura es para mí una terapia, como la lectura. Sumergirme en las letras es como bucear a pulmón sin que falte el aire: un placer. Sí os digo, que cuando empecé a tomarme más en serio lo de escribir, ni de coña hubiera pensado en meterme en la novela tan pronto. Me sentía cómodo con los relatos de cada semana y me veía incapaz de afrontar este proyecto. Le tengo gran respeto a la profesión. Pero una voz interior me dijo: ¿Por qué no? Y aquí la tenéis.

¿Qué se va a encontrar el lector?

Espero que disfrute y emoción. Si soy capaz de que mojen alguna página con una lágrima, habrá merecido la pena. Si consigo que se descojonen mientras leen, me daré por satisfecho. Si, además de todo eso, les gusta la historia y la forma en la que está escrita: ¡Premio gordo!

La escritura es para mí una terapia, como la lectura.

Jaime, ¿cuál fue el primer libro que te impactó y por qué?

Sin duda, los libros de pasta dura de Súper Humor. Creo que la humanidad sin Ibáñez ni Escobar habría sido algo más triste. También las aventuras semanales del Capitán Trueno o de Jabato. ¿O te refieres a novelas? Porque de libros mi casa estaba atestada. Mi padre trabajó en un editorial y teníamos colecciones de todos los temas y formatos. Pedro Paramo de Juan Rulfo dejó en mí un poso imborrable. El realismo mágico me parece algo superior en literatura. Tan difícil de leer como fácil de amar. A partir de ahí, cualquier cosa que cae en mis manos me parece, en principio, interesante. Cuando escribes valoras mucho más el trabajo que supone sacar cualquier texto adelante. Aparte, detecto la falta de esfuerzo y el oportunismo barato.

 No busques más, que no hay está cargada de musicalidad, de gastronomía, de olores y sabores, algunos amargos.

¿Quién es tu escritor favorito?

No tengo. Me genera tanta ansiedad no poder leer más de lo que lo hago, que rara vez repito autor. Por hacer patria y porque son muy buenos y actuales: Susana Martín Gijón y Salvador Navarro. Ambos sevillanos y ambos aparecen mencionados en No busques más, que no hay. A Susana no la conozco en persona aún, pero Salvador es un ser tan interesante y generoso, que sin él esta novela no sería ni la mitad de lo poco que es.

¿Qué personaje de un libro le hubiera gustado conocer?

Al protagonista del Nuevo Testamento: Jesús de Nazaret. Es un tópico, pero en cuanto inventen la máquina del tiempo, allí que me voy, aunque con la capa de hombre invisible para que no me echen a los leones. También me hubiera gustado mucho echar unos vinos con Fermín Romero de Torres de La sombra del viento del genial Carlos Ruiz Zafón.

¿Y escribir?

¡Vaya! Volviendo a Susana, la inspectora Camino Vargas no estaría mal que hubiese salido de mi pluma. Para hacerme rico de verdad, escribir a Sancho Panza hubiera sido la leche.

¿Qué personaje histórico te hubiera gustado conocer?

Ya lo he dicho antes: Jesucristo. Creo que tenía un magnetismo hipnótico. Imaginaos, el hijo de Dios frente a ti. Y no estoy de broma. Creo que me lo hubiera pasado muy bien con Hemingway y con Hitchcock como amigos. Por último, pasar una tarde con el torero Rafael Gómez Ortega, el divino calvo, sería el culmen del disfrute escuchando a un genio de la palabra.

¿Alguna manía a la hora de escribir o leer?

Todas. No es muy ortodoxo, escribo desde la cama, en el teléfono y con los dos dedos gordos. Muy temprano, antes de que pongan las calles. Suelo leer de la misma forma. Descubrí que era mucho más productivo leer y escribir así.

¿Y tú sitio y momento preferido para hacerlo?

La cama, casi siempre, y muy temprano. También escribo en el ordenador, pero sobre todo para repasar lo escrito en el teléfono. Trato de leer cada noche un ratito, aunque caigo pronto. Cuando tengo más tiempo, leo en papel y en un sofá de casa.

El protagonista, Federico, dicen mis amigos que tiene bastante de mí, aunque yo lo niegue.

¿Algún libro o autor que te ha influido en tu trabajo como autor?

Cuentos de Julio Cortázar, por ejemplo. ¿Cómo se puede escribir tan bonito sin resultar pedante ni cursi? ¿Es la leche en bote!

¿Cuánto tiempo le dedica a escribir?

Menos del que me gustaría, seguro. Tengo una profesión muy absorbente y muchas responsabilidades que atender. Cuando estoy escribiendo una novela (esta es la primera), puedo dedicarle unas dos horas diarias y otra más para repasar. Es cuestión de organizarse.

¿Nos puede decir algo de tu siguiente proyecto?

¡Ja, ja, ja! Es un secreto muy bien guardado. Antes de la segunda novela, sacaremos otra recopilación de nuevos relatos. Ya tengo muchos ahí para incluir en un libro que sea bonito. Os adelanto que la segunda novela será de ficción. Desarrollada durante la transición española vivida por los adolescentes de la época, entre los años 1979 y 1980 aproximadamente. Mucho os estoy contando… Hasta pronto.

Gracias a vosotros por darme la oportunidad de acercarme a vuestro lectores.

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