Lidia Herbada, licenciada en Ciencias de la Información, especializada en tecnología I+D+i, trabaja en ADIF, compatibiliza su carrera profesional con la literaria. Su mundo interior siempre ha estado encaminado hacia el mundo del arte, viajes y literatura. Comenzó su carrera literaria en el 2010. Ha publicado más de catorce novelas y ha sido merecedora de importantes premios literarios, entre los que destacan el Premio Internacional Lobher y el Premio Martín Fierro con la Eterna Complaciente. Su primera novela 39 cafés y un desayuno se editó dos veces en España (Editorial Paréntesis en 2010 y en Espasa, Grupo Planeta, en 2014) y fue número uno en Italia y dos en Alemania.
Hola Lidia bienvenida al Gato Negro.
Lidia sabemos que eres Licenciada en Ciencias de la Información, especializada en tecnología I+D+i. Trabajas en ADIF y compatibilizas tu carrera profesional con la literaria, pero ¿nos podrías hablar un poco de ti? ¿Quién es Lidia?
Ante todo, quiero daros las gracias por invitarme a vuestra revista El Gato Negro. Iniciativas culturales así de bonitas me llenan de alegría y para mí es un placer compartir con todos vosotros una parte de mí. Lidia es una mujer con espíritu aniñado, muy entusiasta, divertida, creo que el humor nos salva de todo. A quién le gusta el mundo de las artes y las letras. Soy hija única. Mi madre era cantante de ópera, y he pasado parte de mi vida, viajando, y disfrutando de conciertos de ópera en el Real. De mi padre, he tomado mi lado de negocios, era abogado, un gran lector y escritor. Lo que me ha permitido siempre tener una gran biblioteca de libros y escritos suyos a máquina. Vivir la muerte de mi padre con dos años y medio me ha hecho crecer con gran miedo a la pérdida, pero también me ha permitido desarrollar una gran imaginación y convivir con otro tipo de familia, de cuentos con abuela, de tíos, de primos amigos mayores, de pianos a deshoras, de visitas, de trastadas, y libertad. Y la escritura me ha hecho escapar y crecer a mundos maravillosos. Desde pequeña he tenido una gran vida interior que he sabido combinar con una gran vida social. No soy una escritora de jaula, sino más bien de bosque.
Ha publicado más de catorce novelas y has sido merecedora de importantes premios literarios, entre los que destacan el Premio Internacional Lobher y el Premio Martín Fierro con la Eterna Complaciente. Tu primera novela 39 cafés y un desayuno se editó dos veces en España y fue número uno en Italia y dos en Alemania Tu último libro es Tiempo de tinta y ceniza, ¿qué te llevo a escribirlo?
A medida que uno va escribiendo libros, va también madurando. Los libros que escribimos son diapositivas congeladas, quien los lee se refleja en esas edades en los que fueron escritos. Es algo mágico. Tiempo de tinta y ceniza, es el reflejo de mi legado familiar. Mi primo Antonio Nogales, es el gran archivador de recuerdos de la familia. Tenía muchas cartas de mi bisabuelo. Mi familia pasó la guerra civil en la Embajada de Chile, junto al jefe de negociado Carlos Morla-Lynch, íntimo amigo de Federico García Lorca y de toda la generación del 27. Ha sido una labor de investigación y documentación que ha durado cerca de un año. Me ayudó mucho Elena Romero, catedrática de Chile, su generosidad fue inmensa, y es algo que siempre me gusta reconocer en mis entrevistas. Quería hacer un homenaje a Madrid, y a la calle donde pasé parte de mi vida, la Calle Mayor. Hay muchos giros en la novela, secretos familiares que no puedo desvelar, pero que están emocionando a muchísimos lectores. Hay parte friccionada, pero hay una parte muy real, muy de emociones. Por eso Tiempo de tinta y ceniza me comentan muchas veces, que es uno de los mejores libros que han leído en todo el año. Y quizás sea porque esos personajes existieron, vivieron y sintieron. Y el amor no se puede esconder.
¿Qué se va a encontrar el lector?
El lector se va a encontrar respirando una ciudad en los años 20, 30 y 50. Va a poder sentarse con Lorca, escuchar en el Lyceum femenino a María de Maeztu, va a vivir los obuses de una injusta guerra. Pero sobre todo va sumergirse en un trío amoroso fascinante. Eso sí, van a dejar de cocinar, de ver televisión, y van estar de madrugada enganchados a las hermanas Galiana. El que avisa no es traidor.
¿Cuál es el propósito de este libro?
Siempre digo que mi mayor éxito es emocionar al lector. Qué olvide en una hora o dos horas al día sufrimientos, estrés diario y que se sumerja con los personajes y viva esa pasión conmigo. Mi propósito era contar una historia de amor inolvidable en una ambientación histórica exhaustiva. El lector cuando cierra el libro aprende muchas cosas que desconocía, y eso es muy bonito. Transmito lo que yo he aprendido también. Es un aprendizaje juntos. Mi propósito es que cuando cierre el libro y lea la última frase de la novela, sienta que necesita recogerse y le vea sonreír. Es un propósito grande, pero nunca me gustaron los retos pequeños.
Lidia, sabemos que eres una escritora todoterreno que te atreves con todos los géneros, desde la novela romántica, pasando por la novela englobada en el domestique noir, poesía, teatro y la no ficción, ¿cree que los escritores no deben encerrarse en un solo género?
Al escritor le encierra la industria, pero un buen escritor debe escribir lo que le salga del corazón cuando esté en su momento apropiado. No se debe obligar a escritor a un solo género. El escritor debe escribir desde la verdad. Ser puro. Pensar en el lector y en él. Es una comunión profunda. A mi con Tiempo de tinta y ceniza me está llegando un lector nuevo, personas mayores, de 96 años, que habían olvidado leer. Y eso para mí, es el mayor regalo. Adoro a la gente mayor, tenemos que aprender tanto de ellos. Creo que si a un lector le gusta lo que dice un escritor, en las letras encontrará siempre su consuelo y refugio. A mi me encantaba Javier Marías, y aunque hubiera puesto dos líneas en una servilleta, captaría su esencia con los ojos cerrados.
También eres prologuista de diferentes libros entre los que destacan The Invisible Woman de Helen Walmsley-Johson,¿qué nos puedes contar de esta experiencia?
Fue una experiencia preciosa, un día una periodista de Mujer Hoy me puso en contacto con Libros de Seda, su directora. Y surgió un proyecto maravilloso. El otro día cuando abrí la puerta de mi casa, me encontré una vecina de unos ochenta y muchos años. Le pregunté como estaba, y me dijo, gracias. Le dije: ¿Por qué?, y me dijo porque eres la primera persona que se para conmigo y me pregunta algo hoy. Me entristecí. Me contó que cuando ella era joven, alguien le dijo, cuando somos jóvenes pensamos que nunca vamos a llegar a mayores, se van cumpliendo años, y te vuelves invisible a los ojos de la gente. El libro habla de eso, es una bofetada de realidad, vamos cumpliendo años, y empezamos a desaparecer. Es un libro maravilloso, Helena Walmsey-Johnson tiene un gran humor ácido, una flema inglesa que edulcora la dureza. Es una escritora que hace visible lo invisible. Disfruté mucho del prólogo, para mí fue un gran honor. Los libros sirven para hacer cambios en la vida.
«Siempre digo que mi mayor éxito es emocionar al lector»
Has impartido conferencias en el Liber de Barcelona sobre los desafíos del libro electrónico y lectura social. ¿Qué piensas sobre el libro electrónico?
Soy pro tecnología, me gusta siempre estar al corriente de las nuevas tecnologías. Soy de las que creo que ayudan más que perjudican. Leo en libro en papel, y libro digital. El olor a libro es maravilloso, pero cuando estás de viaje, o tirada en la arena de la playa. el olor a mar lo abarca todo, así que viva el libro electrónico. Puedes llevar cinco libros con nada de peso. La espalda y la mente lo agradece.
¿Y la lectura social?, ¿nos la podrías definir?
La lectura social, es aquello que nos hace parar a pensar. Es revolucionar la mente. Detesto la frase, yo soy así, y no cambiaré, y mira que me encanta Alaska. Quién dice eso, está encorsetado y es inflexible. Todos somos bambú, hay que querer cambiar, y la lectura nos hace pensar, y ponernos en el camino para el gran cambio.
Lidia, ¿cuál fue el primer libro que leíste?
Alguno de Elena Fortún. Celia. Y otro de dos zapatillas que hablaban, no recuerdo el nombre, era muy pequeñita. Recuerdo también a Julio Verne, Los Cinco.
«Al escritor le encierra la industria, pero un buen escritor debe escribir lo que le salga del corazón cuando esté en su momento apropiado»
¿Y que le impactó?
Como me pude quedar horas callada y sentada en la misma posición 😊
¿Quién es tu escritor favorito?
Sándor Márai extranjero y español, Javier Marías.
¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer?
El protagonista de Crimen y Castigo, o de El Túnel.
¿Y escribir?
Sin duda, El último encuentro.
¿Qué personaje histórico te hubiera gustado conocer?
Jesucristo
¿Alguna manía a la hora de escribir o leer?
Ninguna, soy una persona poco maniática. Buena luz y silencio. Me gustan mucho los atardeceres.
¿Y tú sitio y momento preferido para hacerlo?
Con vistas a la montaña, en la sierra de Madrid. Me pasa como Carmen Laforet soy una enamorada de las vistas, y si puede ser a la caída de la tarde mejor.
«El otro día cuando abrí la puerta de mi casa, me encontré una vecina de unos ochenta y muchos años. Le pregunté como estaba, y me dijo, gracias. Le dije: ¿Por qué?, y me dijo porque eres la primera persona que se para conmigo y me pregunta algo hoy. Me entristecí. Me contó que cuando ella era joven, alguien le dijo, cuando somos jóvenes pensamos que nunca vamos a llegar a mayores, se van cumpliendo años, y te vuelves invisible a los ojos de la gente»
¿Algún libro o autor te ha influido en tu trabajo como autora?
Muchos, tengo que agradecer a muchas mujeres, de hecho, en Tiempo de tinta y ceniza, las saco de su ostracismo y las pongo en su lugar. Me gusta hacer justicia con ellas. Carmen Laforet ha influido mucho en mí. Carmen Martín Gaite, y por supuesto Ana María Matute. Con Tiempo de tinta y ceniza me sumergí mucho en la mujer de Rafael Alberti. María Teresa León. Aprendí mucho con sus memorias.
¿Cuánto tiempo le dedica a escribir?
La inspiración como dijo Picasso, tiene que venir trabajando. Le dedico mucho, pero también necesito leer mucho, ver cine, y series. Y sobre todo necesito viajar para inspirarme. Me gusta muchísimo viajar y ahí es donde encuentro mi inspiración. Me gusta vivir. Dar valor a todo lo que nos da la vida. Es decir, busco una vida compensada. Familia, amigos, lectura, escritura, viajes, y mindfulness.
¿Qué nos puedes contar de tu primera novela 39 cafés y un desayuno?
Cada café era un tipo de hombre, los hay rápidos, como el café expreso, cortos, espesos, cargados…Es un manual que toda persona debería llevar en el bolso para encontrar el amor. No hablo del amor de forma sexista. El amor tóxico lo llevamos hombres y mujeres. Martina tiene diferentes citas con diferentes hombres. Su hermana es tecnológica y la va arrastrando a un mundo surrealismo donde el amor es la excusa. Es un libro muy divertido, surrealista, ligero. Yo diría que es un libro de tren, de teatro, de cine, de sitcom. Es un libro que me trajo muchísimas alegrías. Le tengo mucho cariño porque fue el primero.
«Todos somos bambú, hay que querer cambiar, y la lectura nos hace pensar, y ponernos en el camino para el gran cambio»
Y para finalizar, ¿nos puede decir algo de tu siguiente proyecto?
Tengo el listón muy alto, de momento quiero disfrutar de los éxitos de Tiempo de tinta y ceniza. Conocer a mis lectores, pronto seguro que llegará en más formatos, y hay que estar ahí para saborearlo. Quiero acompañar en este viaje a mis personajes y por supuesto a mis lectores.
Os doy las gracias por leerme, por descubrirme como autora para muchos lectores. Y sobre todo por la labor tan bella que hacéis. De pequeña siempre iba a la calle Carretas a una tienda que se llamaba El Gato Negro. Me encantaba esa tienda. Me gusta vuestro nombre. ¿Casualidad?