Un cálido sol de otoño se empeñaba en jugar con el castaño pelo de Martina; dependiendo como de caprichoso se sentía una vez le daba unos reflejos rojizos, otro castaño claro, y otros simplemente lo acariciaba dándole todo su calor de otoño.

De forma distraída y sin apartar la vista del libro, llevo la taza de café a la boca y bebió un pequeño trago. El día era luminoso, pero hacía frío. Al sentir el líquido caliente bajar por su garganta la reconforto a dejar la lectura, levanto la mirada y se perdió en sus pensamientos mientras miraba al bosque pintado con caprichosos colores. Como si de un cuadro impresionista se tratara, y el autor con mano diestra diera pincelas  de ocres, amarillos, verdes, marrones, lleno su retina: «¿Por qué hombres brillantes, no sublimes, tienen a su lado mujeres mediocres, con una vulgaridad supina, y que por mucho que ellos intenten autoengañarse no les llenan?  ¿Por qué…? Era un enigma». Tal vez porque son seres inseguros, vanidosos, e inmaduros que desean tener al lado admiradores incondicionales, por vulgares que sean. Esa puede ser la clave del enigma; puede ser que necesitan tener al lado una mujer inferior…»

Sin lugar a duda la novela de Josefina Aldecoa El Enigma, enfrenta al lector con un hondo e inquietante enigma.

Autor:

Sandra Ovies Fernández