Solo el evangelista Mateo menciona a los reyes magos, relato que construye probablemente tomando como referente el Salmo 72. 10-11 “Los reyes de Tarsis y de las islas traigan presentes; Los reyes de Sabá y de Seba ofrezcan tributo; Y póstrense ante él todos los reyes de la tierra; Sírvanle todas las naciones”. Profecía de las escrituras antiguas que anuncia la llegada al mundo de un Mesías al que rendirán tributo todas las naciones.

Magos es el nombre que los griegos le daban a los sacerdotes persas que practicaban la religión del zoroastrismo, culto monoteísta de los más antiguos. Estos magos no practicaban magia alguna, sino que eran hombres muy respetados por su elevado conocimiento de la astrología, prediciendo mediante el movimiento de las estrellas acontecimientos futuros. También eran eruditos en el conocimiento esotérico de la realidad divina.

Fue el papa León I el Magno quien en el S. V estableció para toda la cristiandad que los reyes magos eran tres.

Cuando Mateo afirma que llegaron unos magos procedentes del lejano oriente, no especifica de qué lugar exacto de oriente. Habla de ellos como gente exótica, que, guiados por una estrella, llegan a Belén de Judea y adoran al niño nacido.  Teniendo en cuenta que el judaísmo prohíbe incluso con la muerte la práctica de adivinación u ocultismo en cualquiera de sus variantes, no se entiende que, siendo Mateo, el más judío de los cuatro evangelistas, aceptara esta animadversión con absoluta naturalidad. Por esta y otras muchas razones la ciencia bíblica concluya que Mateo fuera posiblemente un judío helenizado deseoso de anunciar al mundo el cumplimiento de las viejas profecías en la persona de Jesús, y para ello, se sirve de la figura de los magos como referencia a Salmos 72 e Isaías 60, que narran la adoración de una figura por reyes extranjeros que le hacían regalos.

Fuera de Mateo no hay ningún otro texto bíblico que mencione este bello relato casi de seguro, legendario.  Tampoco dice Mateo que sean reyes, ni que uno fuera negro, ni cita sus nombres ni cuantos eran. Todo esto se elaboraría siglos después en el evangelio apócrifo armenio de la infancia de Jesús, S. V al VI, donde se les adjudica nombres y se dice de ellos que eran indios, persas y árabes, confirmando de nuevo que el mundo pagano se rinde ante el salvador.

Es en el S. VI cuando se da nombre a los reyes magos. Mosaico de la iglesia de San Apolinar, en Rávena (Italia).

Y por sus atuendos se deduce que pertenecían a la religión persa o irania, un credo con mucho paralelismo al judaísmo del momento y muy bien visto por los judíos. Ofrecieron al niño Oro; símbolo de realeza. Incienso; divinidad. Mirra; la pasión de cristo. El buey y la mula aparecen por primera vez en el seudo evangelio de Mateo, siglos después: “¿Acaso no conoce el asno el pesebre de su señor…?» quizás haciendo referencia a la bronca de Isaias,1,3 a su pueblo que parece no reconocer a su Señor. Mateo recoge también el anuncio mesiánico de Números donde se narra la historia de Balan, que no siendo israelita fue convocado por un rey enemigo de Israel para que maldijera a ese pueblo, pero en vez de hacerlo, Balan se inclinó y mostró bendición; pasaje paralelo a los reyes magos; un foráneo que reconoce la grandeza de Israel y la estrella como parte de su historia; «lo veo, pero no por ahora, lo diviso, pero no de cerca, de Jacob avanza una estrella y un cetro surge de Israel. Números 24:14

Mateo, cuyo evangelio está predispuesto y bien configurado para afirmar el mesianismo de Jesús; rey de los gentiles y no gentiles, escribe quizás este bello cuento para mostrar al niño al que vienen a adorar reyes de todo el mundo, como reconocimiento a su grandeza.

En cuanto al fenómeno de la estrella, se ha intentado encontrar una explicación racional y científica con diferentes hipótesis, pero ninguna hasta ahora se da como válida. Es posible que hubiera una conjugación de estrellas esa noche, pero nada portentoso, ya que, de ser así, hubiera quedado constancia, al menos, en algunos de los textos de la antigüedad.

Otra tradición dice que los restos de los reyes magos estuvieron en palestina hasta S. III Y que fue Santa Elena (madre de Constantino), quien los encontró en Jerusalén y los trasladó a Constantinopla, luego a Milán y después a Colonia, Alemania, donde están enterrados ahora. Esta tradición no se sujeta bajo ningún criterio arqueológico o histórico, ya que esas reliquias difícilmente pudieron sobrevivir a las guerras de los judíos ni a las numerosas invasiones que tuvieron lugar en la palestina en esos primeros siglos.

Si realmente existieron los reyes magos, nada probable bajo la mirada de la exégesis bíblica y la ciencia, no ha quedado registro histórico alguno de ellos.

Domingo Terroba hace su debut literario llega con Tardes con Lázaro, novela coescrita y editada por Random House. Traducida al portugués y publicada también en Brasil. Durante su estancia en Norte América escribe Recuerdos de otra vida, relato entre ficción y rasgos biográficos. Una vez en Edimburgo, ciudad donde vive ahora, desahoga sus altibajos emocionales escribiendo Oculto en la memoria, volcando en la piel de sus personajes los tormentos a los que le somete su mente. Thriller que acaba de publicarse en el mercado anglosajón con el título Where The Secrets Are Hidden. A los ojos de Dios es su segundo thriller. Trama dramática con fuerte dosis de suspense, donde la fe judía y el complejo mundo de la mente conducen al lector por escenarios oscuros, extraordinariamente angustiosos. Trauma es su libro más reciente. Novela inquietante que mantiene al lector en vilo desde las primeras páginas.