El primer coloquio del año de la Fundación Wellington, ‘Decrecimiento y Desarrollo’

Una vez más la Fundación Wellington  celebró uno de sus coloquios, el primero del 2024. La Fundación se constituyó en junio de 1984 como institución benéfico-docente por voluntad de Doña Julia González Altuna, viuda de Don Baltasar Ibán, fundador del Hotel, con el propósito de fomentar las actividades docentes, culturales y sociales tendentes a mejorar la formación humana, profesional y cívica de las personas. La sede de la Fundación está situada en el Hotel Wellington de la calle Velázquez de Madrid, en lo que coloquialmente se conoce como la ampliación del Wellington, el solar que antaño ocupara la finca donde se levantaba el “Torreón mágico” de Ramón Gómez de la Serna. El coloquio versó sobre el DECRCIMIENTO VS DESARROLLO, en el que se habló que el 20% de la población es responsable del consumo del 80% de los recursos naturales de la Tierra. La Teoría del Decrecimiento, inspirada en el Informe del Club de Roma sobre el crecimiento 0, defiende la reducción de dicho consumo para mitigar la huella ecológica, desligando el bienestar social del crecimiento económico. Sin embargo, el carácter anticapitalista de sus propuestas, el freno a la inversión en innovaciones tecnológicas y el crecimiento económico lo convierten en un modelo que combate el progreso y dificulta la mejora de la calidad de vida a escala global. La Teoría del Desarrollo, por su parte, defiende un crecimiento económico imprescindible, sostenible y sostenido, que asegure la cohesión social. El primer coloquio del año organizado por la Fundación Wellington contó con la participación del periodista D. Carmelo Encinas; de D. Juan E. Iranzo, Catedrático de Economía Aplicada y director de ArmadatA y de D. Manuel Toharia Físico y Divulgador Científico, para analizar desde el punto de vista científico, económico y social la realidad del cambio climático, la disponibilidad real de recursos naturales, y las medidas a tomar, desde la perspectiva de ambos modelos.

Dña. Cristina Moratiel, presidente de la Fundación Wellington, inauguró el acto con una reflexión en torno a la protección del medio ambiente, asegurando que «las prohibiciones y limitaciones adoptadas para paliar la supuesta crisis climática están perjudicando enormemente la actividad económica y productiva ». Tal y como recordó Moratiel, la implantación del informe “Los límites del crecimiento” del Club de Roma, con propuestas anticapitalistas y anti productivistas, hubiera impedido el desarrollo de más de la mitad de la población. Para finalizar su intervención, planteó algunas cuestiones que marcarían la hoja de ruta de las ponencias: «¿Estamos o no ante un colapso climático? Y, de ser así, ¿podemos evitarlo cambiando nuestro modelo económico?».  

La periodista Ana Samboal iniciaba el coloquio mencionando la situación actual que atraviesa el sector agrícola para lanzar a los ponentes una pregunta fundamental: «¿Crecemos menos para ser más sostenibles o podemos encontrar la forma de crecer siendo más sostenibles? ». El periodista Carmelo Encinas, encargado de abrir las ponencias, se declaraba defensor de los razonamientos que buscan reducir el consumo de energía y los recursos naturales: «El nivel de explotación de la Tierra es ya hoy muy superior al que puede soportar, la actividad humana consume recursos con mayor rapidez de lo que la naturaleza es capaz de generar. Ese déficit ecológico está reconocido por la comunidad científica con consecuencias reales y dramáticas sobre la población: catástrofes naturales, sequias, deforestación, contaminación de los mares…». La clave, según el periodista, estaría en encontrar un punto de racionalidad al trato que le damos al espacio natural del que depende nuestra propia supervivencia. « La pretensión de homogeneizar el nivel de consumo en todo el mundo conllevaría una explotación aún más desaforada de los recursos naturales », añadía. Para finalizar su ponencia Encinas expuso, como posible solución, la propuesta del modelo de decrecimiento basada en “la reducción consciente y planificada de la producción y el consumo, para abordar la crisis ecológica y lograr una distribución más equitativa de los recursos naturales ». Y finalizaba animando a los asistentes a pensar en el mundo que le dejamos a las futuras generaciones.

Dña Ana Samboal recondujo el coloquio hacia el campo científico, para dar paso al siguiente ponente, D. Manuel Toharia, a quien planteó complejas cuestiones: « ¿El clima está cambiando? ¿Podemos revertirlo? ¿La innovación puede ayudarnos a seguir creciendo y ser sostenibles?”. El físico y divulgador científico, comenzaba su intervención asegurando que «el cambio climático es una consecuencia más de la forma en la que los humanos vivimos en el planeta Tierra”. El crecimiento desaforado de la población derivado, como explicó Toharia, de la capacidad de innovación del ser humano, del conocimiento científico, de la tecnología, etc., presenta un problema de base: «Aún hoy el 80% de la energía primaria bruta del planeta proviene de la energía fósil (petróleo, carbón, gas natural…); y, para ello, hemos producido residuos que se han multiplicado de tal manera que nos impactan en exceso». El científico concluía pronosticando que, aunque la innovación dará algunas soluciones, «al ritmo que está creciendo la población humana quizá no todo el mundo pueda tener energía para vivir bien ».

El turno de intervenciones lo cerró el economista D. Juan de Iranzo con una idea clara: «el gran reto es conseguir un desarrollo sostenible, con un equilibrio adecuado entre crecimiento económico, cohesión social y protección el medio ambiente ». Iranzo defendió que la subida de 1,1 grados de media de la temperatura mundial se debe a causas naturales, por lo que desde el punto de vista económico «lo ideal sería invertir para adaptarnos a vivir en una temperatura superior». En cuanto a la cuestión que planteaba en su informe el Club de Roma sobre la limitación de los recursos naturales, Iranzo defendió las facilidades que tenemos hoy en día para extraer petróleo gracias a las nuevas tecnologías, la existencia de energías alternativas, el hidrógeno y, además, «el hombre siempre ha encontrado soluciones para resolver sus problemas y limitaciones ». En este punto de su intervención, puso sobre la mesa los objetivos marcados en la Agenda 2030 que, en su opinión «establecen prohibiciones y limitaciones a la producción de alimentos, penalizan la agricultura, la industria, el transporte y, por tanto, nuestro propio bienestar y libertad ». Para finalizar, Iranzo enumeró varias razones por las que se debe seguir creciendo de manera sostenida y sostenible, entre ellas “la reducción de la pobreza, la creación d empleo, el impulso de la innovación y para favorecer la libertad individual frente a modelos totalitarios ».

«¿Tendremos entonces la capacidad de seguir creciendo sin dañar los recursos de la tierra?», preguntaba a los ponentes la moderadora del coloquio. D. Manuel Toharia aseguraba que «el problema es lo limitado de nuestro espacio de vida, por lo que debemos aprender a saber qué hacer con nuestros deshechos, reciclarlos y reutilizarlos. Pero es demasiado costoso». D. Carmelo Encinas, por su parte, afirmaba que «hay que corregir la deriva consumista del crecimiento y acercarse a un punto de equilibrio » a lo que Samboal puntualizaba que «eso no significa decrecer, sino crear una economía circular ». Por su parte, D. Juan de Iranzo defendía la posibilidad real de «mejorar la calidad de vida; utilizaremos cada vez más tecnología que nos permita vivir mejor».

Para finalizar el coloquio y como conclusiones, Samboal pedía a los asistentes un análisis de la Agenda 2030. «Los objetivos son loables – aseguraba D. Juan de Iranzo- pero los 169 mecanismos propuestos van en contra precisamente de lograrlos». Por su parte, Encinas añadía que «probablemente los objetivos sean matizables, pero sí es una ruta deseable». Por último, Toharia describía los objetivos de la Agenda 2030 como un “brindis al sol” con unos objetivos teóricos imposibles de cumplir. Y el científico concluyó con una interesante reflexión: «En un mundo tan diverso y con tantas filosofías sobre cómo debemos de gestionar nuestra riqueza, nuestro desarrollo, nuestro bienestar, nuestra sanidad, nuestra justicia, etc., ojalá podamos seguir aprendiendo todos, que es lo que nos llevará a la solución» .

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