Hablamos con Marta Huelves

Marta Huelves Molina (Madrid, 1969) estudió Geografía e Historia en la UNED. Es escritora y divulgadora de Historia, y en todos sus proyectos conjuga la pasión por la literatura con el trabajo de investigación. Colabora con medios digitales y publica reseñas de libros en webs especializadas. La memoria del tejo es su primera incursión en la novela negra.En sus proyectos combina su pasión literaria con exhaustivos trabajos de investigación derivados de su amor por la historia.

En lo literario, publicó El talismán albanés en 2017 tras documentarse en profundidad acerca de la Albania del siglo XV. Cinco años más tarde vería la luz La memoria del tejo, su primera incursión en la novela negra, a la que seguiría El tercer lago.

Es complicado definirse a una misma. Una persona tiene tantas capas como una cebolla. Soy escritora, lectora, divulgadora, madre y, como dicen los que me conocen, soñadora profesional. Mi vida ha girado siempre en torno a los libros, tanto mi vida profesional como personal. Soy lectora precoz, mi padre me enseñó a leer antes de los cinco años, con un rudimentario método de pictogramas que él mismo confeccionó. En casa estaba rodeada de libros. De niña soñaba con las grandes civilizaciones, Egipto, Grecia, Roma y acabé estudiando Historia. Creo en la necesidad de la divulgación como vehículo para transmitir cultura y eso me ha llevado a colaborar como redactora y revisora en medios digitales. Pero nunca me he desligado de la literatura. Como lectora compulsiva que soy, también publico reseñas de libros en webs especializadas en historia. Me apasiona el mundo de los libros en general y de la escritura en particular. Aprovecho cualquier momento para leer y, por supuesto, para escribir. Un escritor debe ser antes un gran lector.    

En mi caso fue amor a primera vista y cultivado durante años, porque hace más de diecisiete que visité por primera vez estas tierras. Tengo además vínculos familiares y de amistad. A veces pienso que en otra vida fui asturiana.

Una persona tiene tantas capas como una cebolla. Soy escritora, lectora, divulgadora, madre y, como dicen los que me conocen, soñadora profesional

El tercer lago es mi tercera novela, la segunda de la serie del oriente astur y también está ambientada en Asturias. El primero fue La memoria del tejo, mi primera incursión en la novela negra, policiaca. El tercer lago es por tanto el segundo caso que deben investigar la pareja de la Policía Nacional, Bedia y Roldán, que son los protagonistas.

La necesidad de transmitir todo lo que he aprendido sobre Asturias. Durante estos años he ido conociendo los diferentes territorios que conforman el Principado, en especial, el oriente. Me interesa la cultura, tanto material como inmaterial. Creo que el folclore y la cultura asturiana son las grandes desconocidas. En la primera la acción se sitúa en Colombres y la segunda en Villanueva de Cangas.

El tercer lago es una novela policiaca, un tanto especial. Tiene todos los ingredientes de una novela negra. La historia comienza con el asesinato de Emilio Noval, un apreciado empresario y vecino del pequeño pueblo de Villanueva, cerca de Cangas de Onís. Es un hombre viudo, con una hija adolescente, cuyo carácter rebelde despierta el recelo de los policías que van a encargarse del caso. La localización es muy importante, el corazón de los Picos de Europa y en invierno. Las condiciones climáticas y la dureza de su orografía van a complicar la investigación. En la novela el lector encontrara una trama policial clásica, donde nada es lo que parece, y aderezada con una leyenda que lo impregna todo y que va a condicionar la vida de los personajes.

Sí. Las dos están localizadas en el oriente asturiano, la primera en la localidad de Colombres, territorio fronterizo con Cantabria y cerca de la costa. La trama se desarrolla entre Gijón y Colombres, Pimiango, Bustio, Boquerizo, bajo la premisa de que en los pueblos pequeños nunca pasa nada…hasta que pasa. El oriente de Asturias me parece el escenario perfecto para ambientar una novela negra. Exploro un género nuevo al que podemos denominar: Asturnoir.

Mi primera novela pertenece al género histórico y se titula El talismán albanés. He publicado en antología numerosos relatos históricos porque es un género donde me sentía más cómoda, hasta que llegó la necesidad de incluir todo este conocimiento adquirido y la novela negra me proporciona la flexibilidad suficiente para combinar todos los elementos que antes he mencionado.

La novela en sí misma es mestiza y el género negro ha incorporado este mestizaje como parte de una evolución necesaria. Una de las características del noir ha sido su interés por lo social. Directa o indirectamente los autores han plasmado la sociedad en la que ambientan sus novelas. Por tanto, si la sociedad cambia, el género también lo hace. Evoluciona. Ya no se escribe como en los setenta, ochenta o noventa. Ahora el género negro se muestra en toda su plasticidad desenvolviéndose en historias híbridas, a medio camino entre lo policiaco y las novelas de aventuras, alcanzando incluso el terror, el género histórico, el fantástico o el romántico. Lo que ofrece, para mí, como escritora es un aporte de libertad magnífico, porque me permite desarrollar la trama sin las cortapisas de tener que ceñirme a las rígidas normas de un solo género. Creo que esta es la razón por la que el género negro se mantiene con gran aceptación entre los lectores.

Mi vida ha girado siempre en torno a los libros, tanto mi vida profesional como personal. Soy lectora precoz, mi padre me enseñó a leer antes de los cinco años, con un rudimentario método de pictogramas que él mismo confeccionó

Eso es lo mejor. Este coctel de géneros convierte la lectura en algo mucho más atractivo. Reúne en una sola novela a un público lector de otros géneros y esto siempre es enriquecedor.

A los ocho años escribía cuentos en la libreta del colegio. A los catorce gané el primer premio de poesía de mi instituto y a los veintiséis gané el primer premio de novela corta que convocaba el ayuntamiento de la localidad donde vivo. Si echo la vista atrás, me recuerdo siempre escribiendo, cartas, pensamientos, relatos o pequeñas historias.

Sin dudarlo, El mundo perdido de Arthur Conan Doyle, tenía diez u once años. Después le han seguido varios, La casa de los espíritus, de Isabel Allende, Trilogía de Auschwitz, de Primo Levi y Las aventuras de Tom Sawyer, de Mark Twain.

Es complicado elegir uno, pero entre tantos me inclino por Isabel Allende, me encanta el realismo mágico de García Márquez, Murakami, Milan Kundera.  También Rosa Montero, Carlos Ruiz Zafón, Ken Follet. Creo que son demasiados.

Me declaro una gran seguidora de la nueva corriente de novela negra española. La acción ya no se sitúa en las grandes ciudades, sino que se traslada a pueblos o comarcas poco conocidas de nuestra geografía. Estoy pensando en Dolores Redondo, Eva María Sáez de Urturi, Domingo Villar o Mikel Santiago. Son autores que incluyen con maestría las costumbres y peculiaridades de cada región y las insertan adentro de la trama policiaca.

Ahora el género negro se muestra en toda su plasticidad desenvolviéndose en historias híbridas, a medio camino entre lo policiaco y las novelas de aventuras, alcanzando incluso el terror, el género histórico, el fantástico o el romántico

Fermín Romero de Torres es uno de los mejores. Salió de la mente de Carlos Ruiz Zafón en La sombra del viento. Me parece uno de los más lúcidos. A ratos tierno, con un humor satírico muy fino y una sabiduría que desarma.

Sin duda una mujer, por ejemplo, Livia Drusa, Cleopatra o Rosa Parks. Son tantas las mujeres olvidadas a lo largo de la historia, mujeres ignoradas o vilipendiadas por quienes reescribieron sus biografías en beneficio propio, que creo en la necesidad de reivindicarlas y darles la visibilidad que les fue negada.

Soy de pocas manías. Suelo simultanear lecturas, casi siempre ensayo y novela.

Escribo a mano y a tres colores. El azul para escribir, el rojo para corregir y el verde para subrayar las cosas importantes.

Lo que ofrece, para mí, como escritora la novela negra es un aporte de libertad magnífico, porque me permite desarrollar la trama sin las cortapisas de tener que ceñirme a las rígidas normas de un solo género

Siempre es un buen momento para lectura y el lugar importa poco.

Estoy iniciando la escaleta de la siguiente novela, que será un nuevo caso en Asturias para Bedia y Roldán y, a ratos, trabajo en un proyecto de novela histórica.

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