Laura Martínez Belli, ha vivido en Panamá, Madrid y México, país al que llegó en 1995 y donde residió durante más de veinte años. Allí comenzó a publicar sus primeras novelas ambientadas en momentos fundacionales de la historia de aquel país. En 2016, de vuelta en Madrid, se incorporó al Claustro de profesores de la Escuela de Escritores de Madrid donde imparte cursos de Novela Histórica y es miembro de la EACWP, la Asociación Europea de Programas de Escritura Creativa.
Es autora de varias novelas entre las que destacan Por si no te vuelvo a ver, Locura imperial (Espasa 2018) o La otra Isabel.
Hola Laura, bienvenida a nuestra revista. Antes de comenzar queremos agradecerle que nos conceda esta entrevista.
Laura, ¿qué nos puedes contar de ti?, ¿quién es Laura?
Esa es una pregunta para el diván. Si contestara en plan bíblico, que para eso fui a colegio de monjas hasta los dieciocho años, podría responder que “yo soy la que soy”. Pero como con la edad me he vuelto más librepensadora, diré que Laura es una mujer en búsqueda perenne por echar raíces en cada sitio que pisa. Se le pegan los acentos sin querer, igual que al camaleón los colores sobre los que se posa. Nací en España y me forjé en México. De madre nicaragüense, padre español, esposa y madre de mexicanos. No soy ni de aquí ni de allá, y a la vez soy de todas partes. Escribo porque quisiera ser muchas cosas para las que no alcanza una vida. Imagino mundos y almas, y me da rabia no tener tiempo para escribirlas todas. Valoro mucho más una buena conversación que un buen polvo. Me conmueve la belleza y me horroriza el sufrimiento. Soy una mujer de pocos amigos y amigos pocos. Mis ideas políticas están a la izquierda, donde late el corazón, pero vivo rodeada de un mar más azul que el Mediterráneo. Nunca tengo pesadillas, aunque sí sueños. No creo en el «no se puede», aunque a veces no he podido. Solo me he enamorado dos veces, de una persona y de un país. A lo mejor resulta que son el mismo enamoramiento. En fin. Podría seguir y seguir, pero a lo mejor no has preguntado por todo esto.
¿Nos podrías decir tres palabras que te definan?
Tres son pocas. Vale, vale. Fidelidad, humor, literatura. Bueno, no. Familia, imaginación, terquedad.
Tu último libro es La mesa herida ¿qué nos puedes contar sobre el libro?
Muchas cosas. Es mi séptima novela publicada en México, España y Argentina. Próximamente traducida al polaco (a ver si me lleva a conocer Polonia). Trata sobre un cuadro perdido, «el» cuadro perdido de Frida Kahlo. Lo pintó en 1940, un año muy prolífico en la trayectoria de Kahlo. En 1945 lo donó a la URSS, porque se habían restablecido las relaciones diplomáticas entre México y la URSS, y se estaba recopilando obras de artistas mexicanos afines al régimen que irían a formar parte de la colección del Museo de Arte Occidental que se estaba creando en Moscú. Como Frida Kahlo y Diego Rivera eran comunistas, mandaron obra. Ella mandó este cuadro de gran formato: “La mesa herida”.
El cuadro, mientras formaba parte de una exposición itinerante, desapareció en 1955, en Varsovia. Hasta el día de hoy se desconoce el paradero de la obra. Pero en 2020 apareció un marchante gallego diciendo que lo tenía. Bien dicen que detrás de todo misterio siempre hay un gallego. Esta novela narra toda esta peripecia.
¿Qué se va a encontrar el lector?
Os vais a encontrar a una Frida de carne y hueso, separada del mito que se cree conocer. Toda la parte de Frida está rigurosamente documentada, así como el periplo del cuadro hasta su desaparición. Y también toda una historia protagonizada por Olga Simonova, una burócrata rusa que recibe el cuadro cuando llega a Moscú, que se queda intrigada por esta obra extraña a la que los rusos tildarán inmediatamente de burguesa, elitista y decadente. Olga entonces tomará la decisión de proteger el cuadro, aun jugándose la vida, pues recordemos que esos son los años del Estalinismo. Así, el lector no solo viajará al México de Frida Kahlo, a la Casa Azul, a sus porqués y a su relación con el arte, sino que gracias a Olga se dará un paseo por Moscú y la RDA, y podrá leer un thriller histórico a medio camino entre las historias de robos de arte y las novelas de espías de la Guerra Fría.
Escribo porque quisiera ser muchas cosas para las que no alcanza una vida. Imagino mundos y almas, y me da rabia no tener tiempo para escribirlas todas»
Laura, nuestra revista es literaria, así que nos es obligado preguntarte, ¿cuál fue el primer libro que leíste?
No sé si fue el primer libro que leí, pero sí el primer libro que recuerdo haber leído. Fue un libro infantil llamado Va a nacer un bebé. Un libro que explicaba con viñetas cómo se hacían los bebés. A mis hermanas y a mí nos encantaba ese libro. Teníamos muchos libros para niños. En mi infancia recuerdo estar siempre rodeada de libros que “no eran para mí”. Ese libro sí era para mí.
¿Y qué te impactó?
El milagro de la reproducción, por supuesto. Y toda esa complejidad explicada con dibujos. Era un libro cuyos protagonistas no eran animales parlantes, sino personas. Y en algunos dibujos los padres iban desnudos. En otros hacían el amor. Todos los personajes reflejaban el sumun de la felicidad, y yo pensaba que ser papás era lo más maravilloso del mundo. Me llamó la atención la naturalidad con la que hablaban de la desnudez en las viñetas de ese libro, con esos padres sonrientes y felices en sus cuerpos, pero que luego en la vida real esa naturalidad no existiera. Yo nunca vi a mi padre desnudo, por ejemplo. Creo que ahí entendí, a un nivel subconsciente, por supuesto, que los libros imitan a la vida, pero no lo son. Que los libros encierran un mensaje que nos corresponde a nosotros desdoblar.
¿Qué son para ti los libros?
Un milagro, también. Cuanto más mayor me hago, más me gustan los libros. Son lo inabarcable. Qué pena no poder pasarse la vida leyendo, ¿verdad? Creo que los libros son el testimonio de nuestra humanidad. Son la prueba de que vivimos. De que hemos vivido. Y de que hemos pensado.
¿Nos podrías decir tu escritor o escritores favorito?
Soy más de libros favoritos que de autores favoritos, porque no se puede ser genial siempre. Incluso los grandes como Tolstoi han tenido sus momentos. También creo que se necesitan escritores favoritos para distintas etapas de la vida. Puedo decirte que en mi vida ha habido historias que me han encontrado, casi de manera aleatoria, porque lees lo que tienes a mano. En mi adolescencia descubrí la inteligencia de Agatha Christie. Pero leer Cien años de soledad fue un deslumbramiento. Otra cosa. Aquello fue un rayo que me cayó encima. Pero ahora es un libro que no me atrevo a releer, como si fuera un novio de juventud al que no quieres volver a ver, no vaya a ser que se te caiga el alma al suelo. Después me enamoré de Isabel Allende, aunque eso fue un noviazgo de verano: intenso y breve. Después descubrí a Marguerite Duras, que durante un tiempo se convirtió en mi Lord Byron, atormentada, rebelde. Luego vino Almudena Grandes con su Corazón helado. Ha habido muchos. Muchos. Ahora estoy enamorada de Víctor Hugo y de Arundhati Roy, uno escribió mucho y la otra muy poco. Empiezas a tener autores favoritos cuando empiezas a crear tu biblioteca. Hacer una biblioteca es la mejor manera de descubrir quién eres.
¿Y que han influido en tu trabajo como escritora?
Todos. De todos aprendes. Incluso de los malos. Quizás más de los malos, porque te das cuenta de lo que no debes (no quieres) hacer, y encima te da un subidón porque sabes que puedes hacerlo mejor. Además, no solo leo como escritora, sino como profesora de escritura, así que no se me escapa una. Me fijo en la estructura. En las acometidas. Algunos autores construyen libros sin cimientos, pero sabes que si no se caen mientras los lees, caerán en cuanto venga un poco de viento.
¿Qué personaje de un libro le hubiera gustado conocer?
A Sharizad (Sherezade).
¿Y personaje histórico?
A cualquier bruja quemada en la hoguera.
¿Tu sitio y momento preferido para leer?
Momento ideal, más bien. Sería: en una silla muy cómoda, toda la tarde, desde después de comer hasta la noche, con el sol dándome en la espalda si es invierno, y a la sombra de una palapa si es verano. En un silencio absoluto, sin que nadie me interrumpiese, ni me hablase, ni me preguntasen dónde dejaron las zapatillas de deporte ni qué hay para cenar. Normalmente leo por la noche, pero hay que negociar lo de apagar la tele. Así, termino leyendo en la cama, a medianoche hasta la madrugada, cuando la casa duerme. Pero la verdad es que cuando un libro te engancha los lugares desde donde lees (ya sea un hospital, en la cárcel, en un internado, en un avión…) todos esos sitios desaparecen y solo vives dentro del libro. A un libro le pido eso: que el mundo deje de girar mientras estoy leyendo. Al Quijote le pasó algo parecido.
¿Tiene alguna manía a la hora de escribir?
Supongo que sí, pero como son manías no me doy cuenta. Bueno, te diré que antes de empezar a escribir, organizo todo en un cuaderno que escribo a mano. Pero no creo que eso pueda considerarse una manía, sino un método. Isabel Allende decía que ella empezaba todas sus novelas los 7 de enero. Debería copiarla y buscarme algo así, a ver si así puedo dar a esta pregunta una respuesta más interesante.
«Qué pena no poder pasarse la vida leyendo, ¿verdad? Creo que los libros son el testimonio de nuestra humanidad. Son la prueba de que vivimos. De que hemos vivido. Y de que hemos pensado»
¿Y tu sitio y momento preferido para leer?
Momento ideal, más bien. Sería: en una silla muy cómoda, toda la tarde, desde después de comer hasta la noche, con el sol dándome en la espalda si es invierno, y a la sombra de una palapa si es verano. En un silencio absoluto, sin que nadie me interrumpiese, ni me hablase, ni me preguntasen dónde dejaron las zapatillas de deporte ni qué hay para cenar. Normalmente leo por la noche, pero hay que negociar lo de apagar la tele. Así, termino leyendo en la cama, a medianoche hasta la madrugada, cuando la casa duerme. Pero la verdad es que cuando un libro te engancha los lugares desde donde lees (ya sea un hospital, en la cárcel, en un internado, en un avión…) todos esos sitios desaparecen y solo vives dentro del libro. A un libro le pido eso: que el mundo deje de girar mientras estoy leyendo. Al Quijote le pasó algo parecido.
¿Y para escribir?
Cuando estoy escribiendo, escribo todo el día. Es una especie de frenesí. Como si necesitara sacarlo todo de mi sistema. Y como soy muy impaciente escribo de prisa. Solo paro para comer, estirarme, dormir y recordar de tanto en cuando que hay vida fuera de la ficción. Disfruto escribir en pijama, con una taza de café al lado del teclado.
«Laura es una mujer en búsqueda perenne por echar raíces en cada sitio que pisa. Se le pegan los acentos sin querer, igual que al camaleón los colores sobre los que se posa. Soy una mujer de pocos amigos y amigos pocos»
Laura, ¿cómo definirías la cultura?
Cultura es todo. Cultura es pensamiento. Es acción. Es atesorar todo el legado de la abstracción que somos y transformarlo en algo concreto: un cuadro, una danza, un canto, un poema, un platillo gastronómico, un edificio, un videojuego, una película, una novela. La cultura es todo lo que nos define humanos. Lo demás es supervivencia.
¿Crees que la cultura puede salvarnos de tanto despropósito que se están produciendo en la sociedad actual?
La cultura nos salva, nos ha salvado y nos salvará. Aunque no nos demos cuenta. A veces, por eso la cultura es tan incómoda. De la cultura no puedes escaparte. Desconfía de todo el que diga que la cultura no es importante.
¿Nos puede decir algo sobre tus próximos proyectos?
Pues estoy entusiasmada con mi club de lectura “Inolvidables”, en donde este año en la lista tenemos desde Drácula, Moby Dick, hasta Guerra y Paz. En la comunidad estamos aprendiendo a leer sin miedo a los clásicos, a redescubrirlos y a entender por qué son libros amados por tantas personas a lo largo de las generaciones. Estamos disfrutando y aprendiendo muchísimo. Leer en compañía es una experiencia preciosa, parecida a ir a ver una película al cine y luego comentarla. Os invito a todos, podéis apuntaros en mi página web www.martinezbelli.com
Y en cuanto a la escritura, será una novela ambiciosa que, como La mesa herida, irá de arte y de una mujer potente. Estoy cogiendo valor para empezar. Solo puedo deciros que espero que sea la mejor de todas. A ver si soy capaz de lograrlo.