– Pero, ¿tú me amas? – Preguntó Alicia.
– ¡No, no te amo! – Respondió el Conejo Blanco.
Alicia arrugó la frente y comenzó a frotarse las manos, como hacía siempre cuando se sentía herida.
– ¿Lo ves? – Dijo el Conejo Blanco.
Ahora te estarás preguntando qué has hecho mal, para que no consiga quererte al menos un poco, qué te hace tan imperfecta, fragmentada. Es por eso que no puedo amarte.
Porque habrá días en los cuales estaré cansado, enojado, con la cabeza en las nubes y te lastimaré. Cada día pisoteamos los sentimientos por aburrimiento, descuidos e incomprensiones.
Pero si no te amas al menos un poco, si no creas una coraza de pura alegría alrededor de tu corazón, mis débiles dardos se harán letales y te destruirán.
La primera vez que te vi hice un pacto conmigo mismo: «“Evitaré amarte hasta que no hayas aprendido a amarte a ti misma “. Por eso Alicia no, no te amo».
Extraído del libro Alicia en el país de las maravillas
Cuando nos amamos lo suficiente estamos protegidos ante muchas acciones de los demás y en especial nos protegemos de un ego que nos puede destruir si se lo permitimos, cuando nos vemos expuestos a heridas que los demás son capaces de propinarnos.
El amarnos de manera continua, el aceptarnos, el sentirnos merecedores de lo mejor, nos permite mantenernos de pie, o al menos levantarnos más pronto que cuando el sustento afectivo proviene del exterior. El entender que cada quien es responsable de lo que vive, lo que permite y lo que crea en su vida, es liberador.
Y lo mejor que podemos hacer por nosotros, es darnos todo el amor que nos gustaría recibir y desde allí ser ese imán que atrae aquello que suma ese amor y repele lo que no le hace bien.