
Silvia Fernández autora de Todos tenemos super poderes, un cuento infantil que enseña a moldear la realidad con imaginación a través de una historia tierna, divertida y profundamente simbólica, los lectores acompañan al protagonista en una aventura guiada por cuatro niños muy especiales.
Hola Silvia, bienvenida a nuestra revista. Antes de comenzar te queremos agradecerte que nos conceda esta entrevista.
Silvia para empezar la entrevista ¿qué nos puedes decir sobre ti?
Soy mamá de María Isabel, de 12 años, y de Vale, de 3. Desde muy pequeña he sido una lectora apasionada; en casa compartimos ese amor por los libros. Cuando no estoy leyendo, experimento en la cocina —tengo un emprendimiento de salsas y pasteles— y nunca salgo sin mi libreta, porque la inspiración puede sorprenderte en cualquier momento. Amo meditar, practicar yoga y hacer ejercicio.
Me fascina la física cuántica y el crecimiento personal; creo profundamente en la capacidad de cada persona para construir su propia realidad y convertirse en su mejor versión.
Soy abogada —aunque nunca he litigado— y he dedicado prácticamente toda mi carrera a temas de política y servicio público.
Mi mayor sueño en la vida era escrribir un libro, hoy estoy cumpliendo mi sueño.
Y ¿nos podrías decir tres palabras que te definan?
Apasionada: porque todo lo que hago, lo hago con el corazón. Vivo desde el amor, hablo desde el amor y construyo desde el amor. Creo profundamente que el amor es una herramienta de acción.
Transformadora: porque no vine a repetir fórmulas, vine a cambiar la conversación. Desde lo personal y familiar hasta lo social. No me conformo con cómo son las cosas; creo que estamos aquí para mover estructuras y vivir con sentido, gozo y propósito.
Cuántica: porque veo el mundo como un campo infinito de posibilidades. Como en la física cuántica, creo que todo existe en potencia… hasta que alguien cree en ello y lo manifiesta. No venimos al mundo a sobrevivir nuestras circunstancias, sino a crear nuestra realidad. No somos víctimas: somos arquitectos de lo que queremos vivir.

¿Recientemente has publicado Todos tenemos super poderes, un cuento infantil que enseña a moldear la realidad con imaginación, ¿que nos puedes contar del libro?
Lo primero que quiero decirte es que es un libro escrito con muchísimo amor. Es un proyecto que me llevó más de cinco años en ver la luz, y que busca acercar a los niños, de forma sencilla y divertida, a los principios básicos de la física cuántica. Desde el principio, mi intención fue que hablar de estos temas pudiera ser algo natural, cotidiano y divertido para ellos. Por eso, a través de los personajes (Isabelinga, Rafiki, Emma Pandita y Macoy), los niños descubren que la vida no solo se vive… ¡se construye!
Un ejemplo muy básico: piensa en ese día en el que te levantaste de mal humor. Todo parece ir en tu contra: se te hace tarde, se atraviesan los coches, llueve, no llevas paraguas, caes en un charco… y sentimos que “traemos una nubecita” encima. Pero en realidad, eso que percibimos es nuestra energía tomando forma. La energía no miente: te devuelve justo lo que estás emitiendo. Y cuando cambias la sintonía interna, puedes empezar a atraer y transformar lo que te rodea. La idea fue usar la imaginación, el valor de la palabra, y meterle emoción a lo que creemos y por supuesto, a lo que soñamos. Los personajes están basados en mis propios superhéroes: mi hija María Isabel, mis sobrinos Rafa, Emma y Marco Emilio. Quiero que los niños se identifiquen con ellos y sientan que la magia empieza por dentro.
¿Y qué te llevo a escribirlo?
El amor a mis hijas, y la profunda convicción de que los niños tienen un poder infinito. Y que, si les damos las herramientas adecuadas desde pequeños, pueden crecer con la certeza de que son capaces de crear su vida. Tuve la fortuna de crecer en una familia amorosa, rodeada del amor de mis padres, de mis abuelos, de mi hermano y mis primos. Pero el mundo no siempre nos enseña a hacernos responsables de lo que sentimos o deseamos. Estoy convencida de que si desde la infancia fomentamos el pensamiento cuántico —esa idea de que todo existe en potencia hasta que alguien lo cree, nuestros hijos pueden crecer creyendo en sí mismos y en su capacidad para transformar su realidad.
Lo que me motivó a escribir fue esa necesidad de traducir la física cuántica en palabras simples, de ponerle emoción a lo que creemos, y por supuesto, de conectar con los niños a través del juego, los personajes y la imaginación.
Quería contarles a mis hijas, a mis sobrinos, y a tantos niños como sea posible, que el poder de construir su historia ya está dentro de ellos.
Estoy convencida de que la lectura es una de las herramientas más poderosas que tenemos en la vida, y no solo en la niñez, también en la etapa adulta. Piénsalo: cuando dejamos de aprender, dejamos de soñar
¿Crees que fomentar la lectura en la infancia, en la etapa adulta se será más empático?
Yo estoy convencida de que sí. Cuando era niña me pasaba horas viviendo otras vidas entre las páginas de mis libros: sufría con un protagonista, celebraba a otro, y hasta lloraba por personajes que sabía que no existían. Esa costumbre de sentir junto a alguien más —aunque fuera de papel— se queda tatuada: te hace mirar a las personas reales con el mismo interés y la misma ampatia.
De adulto me sigue sucediendo. Abro una novela y, sin darme cuenta, ya estoy entendiendo a alguien que piensa distinto a mí, o descubriendo un problema que nunca habría imaginado. Eso, al final, se traduce en la vida diaria: escucho mejor, juzgo menos y conecto más rápido con las emociones de los demás.
En resumen, un niño que lee y sigue leyendo de adulto suele convertirse en una persona con más recursos emocionales, mayor creatividad y un profundo sentido de conexión con los demás.
¿La lectura es fundamental para el desarrollo integral de los niños?
Estoy convencida de que la lectura es una de las herramientas más poderosas que tenemos en la vida, y no solo en la niñez, también en la etapa adulta. Piénsalo: cuando dejamos de aprender, dejamos de soñar. Y los libros son ese recurso cercano, accesible y constante que siempre está ahí para enseñarnos, para inspirarnos, para transformarnos.
Incluso cuando no hay dinero para pagar un curso o asistir a un taller, los libros siguen estando ahí: para ti, para todos. Para aprender, para descubrir o simplemente para vivir —aunque sea por un rato— en mundos mágicos.
Creo que lo más importante para escribir para niños es no perder la capacidad de imaginar, crear y asombrarte. Si tú no te emocionas con lo que estás escribiendo, difícilmente lo hará un niño
¿Qué te inspira a la hora de crear historias?
Mis hijas, sin duda. También el mundo fantástico en el que viven: los amigos imaginarios, los sueños, los juegos… Todo eso que los adultos a veces dejamos de ver o consideramos fuera de la realidad. Siempre he sido una persona soñadora, y creo que eso me permite conectar con la forma en que los niños perciben el mundo: sin filtros, sin límites, con una lógica mágica.
Me inspira observar las diferentes etapas por las que pasan, porque tú lo sabes: no es lo mismo un niño de 2 años que uno de 10. Cada etapa tiene su propio universo, su forma particular de entender la vida, y sus propios retos. Y todo eso enriquece profundamente la forma en que cuento historias.
¿Cree que escribir para niños es más fácil o más difícil que escribir para adultos?
Sin duda, escribir para niños es un reto enorme. La imaginación, la creatividad y la sensibilidad de un niño exigen lo mejor de cualquier escritor… y también de cualquier padre. Para captar su atención, tienes que manejar muy bien el lenguaje, los detalles y la capacidad de construir imágenes que los transporten a otro mundo. Y al mismo tiempo, necesitas hacerlo con claridad, ritmo y emoción. Lograr eso no es fácil, pero cuando conectas con ellos, el impacto es profundamente poderoso.
¿Tiene algún autor o libro infantil favorito que te haya inspirado?
Jorge Luis Borges, con el Aleph; bueno y debo decir que todos sus cuentos e historias. María Dueñas también me gusta mucho y El Principito es sin duda un libro que me marcó profundamente. Tiene esa combinación perfecta de sencillez y profundidad en su mensaje que creo que capturan a cualquier lector.
¿Cuál es tu proceso creativo al escribir un libro?
Para empezar, necesito un buen café, mucha luz y un espacio tranquilo. Pero lo primero que realmente hago es un esquema, siempre a mano, en una libreta especial que reservo exclusivamente para cada libro. Ese esquema incluye el tema central, el mensaje que quiero transmitir, los personajes principales y, en el caso de Todos tenemos superpoderes, el superpoder de cada uno.
Soy muy estructurada en esa parte. Incluso si durante la escritura aparecen nuevos personajes o giros en la historia, los voy integrando al esquema para no perder el hilo. Una vez que tengo esa base, paso a la computadora y comienzo a escribir… y ahí sí, ya no puedo parar. Aunque también hay que decirlo con honestidad: hay semanas en las que no escribo nada. A veces pasan una, dos o incluso tres semanas en silencio. Pero justo cuando parece que me estanqué, algo que vivo en lo cotidiano —una conversación, una emoción, una situación con mis hijas— me da la clave que necesitaba para continuar. Es como si la historia me encontrara de nuevo y me tomara de la mano para seguir escribiendo.
La energía no miente: te devuelve justo lo que estás emitiendo. Y cuando cambias la sintonía interna, puedes empezar a atraer y transformar lo que te rodea
¿Cómo elige los temas y personajes para tus historias?
La verdad es que casi todo surge de lo cotidiano. Me enfoco mucho en las emociones que me despiertan las situaciones del día a día. Porque hay que reconocerlo: una misma acción puede ser feliz para una persona y completamente incómoda o triste para otra. Entonces, más que el hecho en sí, me concentro en la emoción que lo detona, y desde ahí nace la historia.
En cuanto a los personajes, están profundamente ligados a mi entorno familiar. En el primer tomo de Todos tenemos superpoderes, los personajes están inspirados en mi hija y en mis sobrinos —que eran quienes me rodeaban en ese momento de mi vida—. Hoy ya tengo dos hijas, muchos más sobrinos, y justo a partir de eso es que voy ampliando el universo del libro. El mundo de Todos tenemos superpoderes va creciendo junto con mi familia, con mis vivencias y con la manera en que veo la realidad.
Cada vez que me siento a escribir, los personajes tienen rasgos muy definidos de las personas con las que convivo, con las que crezco, de las que aprendo… y a las que amo.
Por ejemplo, si me permites un pequeño spoiler: el personaje que acompaña a todos los superhéroes a descubrir sus poderes —ese protagonista sin nombre, cuya identidad nunca se menciona directamente— está inspirado en Matías, un bebé que mi esposo y yo perdimos hace algún tiempo. Es mi forma de mantenerlo presente, de hacerlo parte de esta historia luminosa y de compartir su existencia desde el amor más profundo.
¿Qué consejo le daría a alguien que quiere empezar a escribir libros infantiles?
Que crean en sí mismos. Que luchen incansablemente contra el síndrome del impostor y se atrevan a buscar la editorial que mejor se alinee con su mensaje. Que no se desesperen, porque sí: a veces el camino puede parecer complicado… y créeme, soy el mejor ejemplo de que la paciencia es clave.
En lo personal, tomé un curso en línea que me ayudó muchísimo a aterrizar una estrategia, darle seriedad a mi proyecto y, por supuesto, a encontrar la forma adecuada de presentarlo ante las editoriales. Publicar un libro infantil es posible, pero como todo sueño, necesita estructura, claridad y mucha convicción.
Ser escritor novel también implica enfrentarse a un mundo nuevo: el engranaje editorial, las distribuidoras, los contratos y toda la estructura que sostiene la industria del libro. Sin embargo, hoy existen dos grandes caminos: el modelo tradicional ―con editoriales y distribuidoras― y la autopublicación, que cada vez es más accesible. Así que, si de verdad quieres ver tu obra impresa, tienes más puertas abiertas que nunca; lo importante es elegir la que mejor se adapte a tu visión y dar el salto. ¡Créeme, ahora todo es mucho más sencillo de lo que parece!
¿Qué habilidades o rasgos considera importantes para un escritor de literatura infantil?
Creo que lo más importante para escribir para niños es no perder la capacidad de imaginar, crear y asombrarte. Si tú no te emocionas con lo que estás escribiendo, difícilmente lo hará un niño.
Ellos no leen desde la lógica, sino desde la emoción, desde la curiosidad, desde el juego. Por eso, para conectar con ellos, necesitas volver a mirar el mundo con ojos frescos, sin pretensiones, con ganas de divertirte y de sorprenderte otra vez.
Escribir para niños es también volver a creer en lo increíble. Es permitirte que una piedra hable, que una nube tenga nombre, que un lápiz tenga memoria. Y hacerlo con la convicción de que, para un niño, eso no es fantasía: es posibilidad.
También creo que es clave recordar que escribir para niños no es escribir “fácil”; es escribir con claridad, con intención, y con el respeto profundo de saber que estás hablando con las mentes más libres e inteligentes que existen.
Todo lo que hago, lo hago con el corazón. Vivo desde el amor, hablo desde el amor y construyo desde el amor. Creo profundamente que el amor es una herramienta de acción
Nuestra revista es literaria, así que nos es obligado preguntarte ¿cuál fue el primer libro que leíste?
El Club de la Salamandra, de Jaime Alfonso Sandoval. Mi bisabuela lo guardaba en su cuarto y un día me lo regaló; fue amor a primera página. Yo tendría unos diez u once años y, desde que lo abrí, no pude soltarlo. Aquella mezcla de misterio, aventuras y personajes entrañables me atrapó por completo y me hizo descubrir que un libro puede acompañarte, sorprenderte y llevarte a mundos inimaginables.
¿Y qué te impacto?
Lo que realmente me impactó de El Club de la Salamandra fue la aventura sin límites y cómo la imaginación me hacía vivir cada página. Sentía que los mundos cobraban vida en mi mente. Sin spoilers, el libro habla de un explorador que quiere seguir el legado de sus padres y descubre dentro de una lata de jitomate un mensaje y a partir de ahí inicia una aventura incluso de lucha contra una sociedad secreta.
Realmente el libro me enseñó a imaginar a partir de lo que leía; y para mí eso es mágico.
¿Qué son para ti los libros?
Para mí, los libros son mi libertad. Son ese espacio donde puedo estar en cualquier lugar, vivir cualquier historia, imaginar cualquier cosa.
Cuando leo, no hay límites: puedo ser quien quiera, ir a donde sea, sentir lo que nunca he sentido. Los libros me han dado respuestas, me han hecho preguntas, me han abrazado y me han empujado.
Incluso cuando enfrento alguna situación en la vida y no sé cómo resolverla, tengo la costumbre de preguntarle a los libros. Abro uno al azar, busco una frase, una línea, y muchas veces ahí encuentro justo lo que necesitaba. Es como si me respondieran.
Los libros que leo están llenos de marcas, de anotaciones, de subrayados… porque son compañeros fieles de lo que voy aprendiendo. Aunque yo olvide, ahí va quedando una parte de mí. Y sé que, el día de mañana, mis hijas podrán abrir uno de esos libros y encontrar no solo una historia, sino un pedacito de su mamá.
¿Qué personaje de un libro te hubiera gustado conocer?
Me hubiera encantado conocer al zorro del Principito. O al Principito mismo. Pero si tengo que elegir, me quedo con el zorro… por lo que enseña, por cómo espera, por su manera de ver lo invisible. Esa frase de “lo esencial es invisible a los ojos” la llevo conmigo desde siempre. Me hubiera gustado sentarme junto a él, en silencio, y aprender a “domesticar” el tiempo como él lo entendía: con paciencia, con amor, con sentido. Creo que el zorro representa esa parte de nosotros que aún cree, que todavía espera, que se arriesga a sentir… aunque duela.
Escribir para niños es también volver a creer en lo increíble. Es permitirte que una piedra hable, que una nube tenga nombre, que un lápiz tenga memoria. Y hacerlo con la convicción de que, para un niño, eso no es fantasía: es posibilidad
¿Y personaje histórico?
Me hubiera encantado conocer a Leona Vicario. Fue madre, espía y una de las primeras mujeres periodistas en México. Pero no solo eso: fue una mujer profundamente comprometida con la causa de la Independencia, al punto de convertirse en una de sus principales financiadoras.
Algo que me impacta de su historia es que tuvo a una de sus hijas en una cueva, mientras huía con su esposo Andrés Quintana Roo. Y a pesar de la persecución, de la cárcel, del riesgo constante, nunca traicionó su palabra ni delató a nadie.
Admiro su fuerza, su inteligencia y su firmeza. Fue una mujer que eligió actuar desde la convicción, en un momento en que eso le costaba todo. Me habría encantado sentarme a hablar con ella sobre el amor, la maternidad en medio del caos, y la lucha por un país más libre.
¿Silvia nos podrías decir tu sitio y momento preferido para leer?
Jajaja, las mamás que lean esta entrevista segura coincidirán conmigo: el sitio y momento preferido para leer es… cuando se puede.
Siendo mamá, los tiempos y gustos se adaptan a la vida diaria, pero si tuviera que elegir, diría que mi momento ideal es por las noches, cuando las niñas ya están dormidas. Es mi espacio, mi pausa.
Y debo confesar que más de una vez me han dado las 4 de la mañana sin poder soltar el libro.
¿Y para escribir?
La verdad… no tengo un sitio perfecto ni un horario sagrado para escribir. Soy mamá, emprendedora, escritora, y muchas veces escribo cuando puedo, no cuando quiero.
Pero si tengo que elegir, me encanta escribir en la noche, cuando la casa está en silencio y puedo conectar conmigo sin interrupciones. A veces es desde el comedor, otras desde mi cama, con la compu en las piernas y una taza de café medio fría al lado.
No se trata tanto del lugar físico, sino de ese momento donde por fin me siento en paz, y puedo vaciar todo lo que traigo dentro. Cuando llega la idea, me agarro de ella… y no la suelto.
Para mí, los libros son mi libertad. Son ese espacio donde puedo estar en cualquier lugar, vivir cualquier historia, imaginar cualquier cosa
¿Nos puedes decir algo sobre tus próximos proyectos?
Mi proyecto inmediato es llevar el mensaje de Todos tenemos superpoderes a muchos más niños. Quiero lograr que esa emoción se sienta, que conecte, y sobre todo, genere conciencia —tanto en los papás como en los niños— de que todos tenemos la capacidad de construir y definir nuestra vida a partir de lo que creemos, pensamos y sentimos.
Además, ya terminé de escribir el volumen 2 de Todos tenemos superpoderes y no podría estar más emocionada. Estoy justo por comenzar la maquetación, trabajar con el ilustrador y darle vida a esta nueva etapa del universo que empecé a construir con mi primer libro.
Y también estoy desarrollando un nuevo proyecto: un libro de educación financiera para niños. Creo que es un tema fundamental, y que si lo abordamos desde edades tempranas, podemos darles herramientas valiosísimas para vivir con mayor conciencia, libertad y responsabilidad en el futuro.
Muchísimas gracias por darme la oportunidad de hablar sobre este proyecto que significa tanto para mí. Aprecio mucho el espacio y el interés.
Estoy convencida de que compartir estas historias puede hacer una diferencia, y es gracias a plataformas como la suya que podemos llegar más lejos con ese mensaje.
Silvia
Silvia Fernández nació en Toluca, Estado de México en 1984. Actualmente continúa residiendo en México. Estudió Derecho, y durante años ha tratado de implementar la Física Cuántica como una forma de vida, está enfocada a construir un mundo mejor para sus hijas y los demás niños del mundo, promoviendo siempre la inclusión social y los derechos humanos. Este es su primer cuento infantil publicado, con el que los pequeños descubrirán que todos tenemos poderes especiales dentro de nosotros, que nos dan la capacidad de mejorar el mundo, si realmente creemos que podemos lograrlo.