
La estudiante de Tiananmén retrata el lado personal de este terrible acontecimiento histórico y es un homenaje a la valentía de toda esa generación de estudiantes.
Durante los años setenta en Pekín, la pequeña Lai crece en un barrio obrero acompañada de su familia. Su abuela es una mujer irreverente y sensata, su madre demasiado estricta y su padre una figura hundida y silenciosa que se ha refugiado en el trabajo.
A medida que crece, Lai comienza a comprender las duras realidades de su entorno: la Revolución Cultural ha dejado marcas demasiado profundas en el país en el que vive. Pero su toma de conciencia converge con los conflictos con las amistades más tiernas y los primeros pasos en un amor precoz.
Además, un librero la introduce en las lecturas clásicas de la literatura universal, lo que abre su mente a diferentes perspectivas. Como estudiante talentosa, recibe una beca para estudiar en la prestigiosa Universidad de Pekín. Allí conoce a nuevos amigos y comienza a involucrarse en las protestas estudiantiles que han ido en aumento.
«La estudiante de Tiananmén es una novela basada libremente en la vida de la autora y las cosas que le sucedieron durante su juventud. Para ello, Lai Wen usa las técnicas de la ficción para modelar y estructurar la novela y distanciarse del personaje»
Las protestas estudiantiles

A pesar de que los grandes bastiones de la época de Mao se estaban desmoronando, a finales del siglo xx China se resistía a conceder la democratización que muchos de sus ciudadanos exigían. Aunque ya se habían producido varios movimientos estudiantiles contra el Gobierno, uno de los momentos más críticos se dio durante la primavera de 1989. La protesta tuvo lugar en la simbólica plaza de Tiananmén, centro histórico y cultural de la capital china. La crisis económica debida a una gran inflación y las críticas a la corrupción centraban la mayor parte del malestar social.
A las protestas se sumaron las huelgas de hambre y las tensiones y presiones al Gobierno. Después de varias semanas, el 4 de junio de 1989 se produjo la mayor muestra de la violencia a la que fueron sometidos los manifestantes, causando miles de heridos. Debido a la opacidad con la que el Gobierno trató los hechos se desconoce el número exacto de muertos. La estudiante de Tiananmén retrata el lado personal de este terrible acontecimiento histórico y es un homenaje a la valentía de toda esa generación de estudiantes.
Sobre la autora
Lai Wen es un seudónimo. Nacida en Pekín en 1970 la autora vive en Canadá con su esposo y sus dos hijas. Creció entre la clase trabajadora, luego obtuvo una beca para la Universidad de Pekín y se vio involucrada en las protestas, durante las cuales murieron varios amigos suyos. Poco después abandonó China para realizar un programa de estudios en el extranjero y desde entonces vive en Canadá.
Lai Wen, autora de La estudiante de Tiananmén, habla sobre la novela
Bibiana Ripol, junio 2025
¿Qué te inspiró a escribir esta novela?
Soy persistente y metódica en mi aproximación a la escritura, así que (por desgracia) rara vez tengo destellos de inspiración. Más bien sentí que estaba obligada a escribir esta novela, tenía una necesidad profundamente arraigada, presente en el trasfondo de mi vida desde los acontecimientos de la Plaza de Tiananmén. La necesidad de rendir homenaje al valor de aquellas personas mucho más valientes que yo. Y de asegurarme de contribuir, al menos en algo, a mantener viva la memoria de los estudiantes y los trabajadores que hicieron sacrificios tan grandes durante las protestas. Para intentar mostrar a aquellos que tal vez no conozcan en profundidad esta historia por qué el coraje de aquellos manifestantes tuvo un significado tan profundo.
La estudiante de Tiananmen es una novela autobiográfica. ¿Cuál es la relación entre realidad y ficción en tu escritura?
En términos generales, creo que hay un elemento de ficción hasta en el género autobiográfico más puro. Al fin y al cabo, nuestras mentes están reeditando el pasado constantemente. Sin embargo, una novela permite una mayor intervención en este sentido. Puedes emplear aspectos de personas que has conocido o experiencias que has vivido, y puedes ampliarlos y transformarlos de tal manera que los conflictos éticos y sociales fundamentales que subyacen en la sociedad se vuelvan más visibles, más palpables.
Puedes usar ese elemento ficticio —aquello que no ocurrió o no es cierto— para trasladar de forma más vívida el significado de aquello que sí tuvo lugar.
Una de mis citas favoritas proviene de la película V de Vendetta, donde el personaje principal reflexiona con aflicción: «Los artistas usan la mentira para decir la verdad, mientras que los políticos mienten para encubrirla». Creo que hay una gran verdad en esto. Pero precisamente, sobre cuánto hay de verdad en mi historia y cuánto de ficción, es una decisión que prefiero dejar en manos del lector. Al fin y al cabo, intentar descubrirlo es, espero, uno de los aspectos más entretenidos de leer esta novela.
Háblanos del proceso de escritura de la novela. ¿Cómo fue revivir estos acontecimientos de tu pasado?
No creo que nunca haya dejado de revivir esos acontecimientos, desde mucho antes de que pusiera la tinta sobre el papel (o el dedo en el teclado, como es el caso hoy en día). Pero de pronto comencé a escribirlos, y a menudo fue bastante difícil. A veces, los recuerdos dolorosos simplemente aparecen en tu mente, pero puedes evadirte de ellos a la luz del día a día y seguir con las cosas cotidianas de la vida. Sin embargo, cuando escribes sobre ese tipo de recuerdos, entras en contacto con ellos de forma más consciente y —día tras día, semana tras semana— eso puede resultar no solo doloroso, sino también extenuante.
Por otro lado, hay algo catártico en semejante confrontación; están esos sentimientos que has reprimido durante años, esas verdades que necesitan ser escuchadas. Es como una habitación plagada de polvo y oscuridad, solo que un día, de repente la puerta se abre de golpe, y la luz entra a raudales. Así que, en resumen, el proceso implicó tanto sonrisas como lágrimas.
¿Hiciste alguna investigación para escribir este libro¿ ¿Desenterraste cartas o fotografías antiguas? ¿Leíste crónicas periodísticas? ¿Contactaste a viejos amigos?
No me puse en contacto con nadie con quien no tuviera ya una relación habitual. Hace ya algunos años sentí que era el momento adecuado para intentar escribir esta novela y enfrentarme a esos acontecimientos de forma más explícita. Pero otras personas tienen su propio proceso, su propia manera de afrontar las cosas. Por eso, hay que ser extraordinariamente cuidadoso al reavivar ciertos recuerdos, no vaya a ser que termines llevando a alguien a un lugar para el que no está preparado.
A lo largo de los años he leído bastantes relatos e investigaciones sobre los acontecimientos de 1989, principalmente porque se ha revelado información nueva sobre el Estado y sus estrategias de opresión (que en su momento fueron negadas). He intentado integrar esto en mi propia historia; para mostrar con exactitud qué hacían los dirigentes a puerta cerrada mientras las protestas se desarrollaban.
La estudiante de Tiananmén está centrada en la historia personal de Lai y su proceso de maduración antes de introducirnos en el corazón de la narrativa política. ¿quede qué forma consideras que las historias personales pueden reflejar lo político?
Creo que existe una cierta paridad entre el proceso de la adolescencia y el de la revolución. Cuando eres niño, vives en un estado de inocencia en el sentido de que tus padres y los mayores de tu familia suelen ser el canal a través del cual experimentas el mundo. A pesar de los berrinches y las rabietas, el niño pequeño tiende a creer absolutamente en todo lo que le dicen sus padres. Pero cuando llegas a la adolescencia, se produce una gran conmoción al empezar a cuestionar los valores de tus padres y su manera de ver el mundo. Tus antiguas certezas se desmoronan a medida que las desafías. Eso puede ser doloroso y traumático, pero también puede ser maravilloso y alentador, porque forma parte del proceso de convertirte en un adulto independiente.
En un sentido similar, cuando nosotros, los estudiantes, entramos en el año 1989, la mayoría teníamos una actitud benévola, casi infantil, hacia el Partido y el Estado. Creíamos —quizás de manera inconsciente— que el Gobierno velaba por nuestros intereses. Pensábamos que navegaba el terreno espinoso de la política y la economía de la mejor forma posible para el pueblo, ya que nosotros no éramos expertos y no podíamos comprender del todo esas cuestiones elevadas. Pero poco a poco comenzamos a cuestionar las intervenciones del Estado en nuestras vidas en el campus, y el paternalismo con el que se había revestido empezó a revelarse como una opresión flagrante y un egoísmo despiadado. Las protestas marcaron el medio a través del cual toda una generación alcanzó la madurez en las circunstancias más angustiosas, y a su vez las más inspiradoras. Nos permitió decir la verdad sobre nuestro mundo… a nosotros mismos.
Así que, parte de lo que quise hacer en La estudiante de Tiananmén fue reflejar el despertar espiritual y social del personaje principal como una historia personal, simultanea al despertar de toda una generación hacia la conciencia política.
Creo además que la revolución —en la ficción y en la realidad— a menudo puede sacar a la luz el verdadero carácter de una persona.
Otro elemento central de la novela es la historia de un amor juvenil. ¿Qué intentabas captar al retratar la relación entre Lai y Gen en el libro?
Quería captar la intensidad pura del primer amor, esa sensación adolescente de pasión que lo abarca todo, pero no quería hacerlo de una manera enteramente romántica o «edulcorada». La cultura contemporánea tiende a elevar el amor romántico por encima de cualquier otra forma de amor, y creo que eso también tiene un lado oscuro. Especialmente para las mujeres.
Creo que muchas mujeres —muchas esposas y novias— invierten tanto en los deseos y necesidades de su pareja que a veces terminan perdiendo la noción de sí mismas. Aunque la conexión entre Lai y Gen es en muchos sentidos profunda, forjada desde los primeros años de infancia, creo que ella pierde en cierto grado su propia identidad en su lucha por obtener su amor y aprobación, y eso es tremendamente dañino para ella.
¿Qué esperas que los lectores extraigan de tu novela?
Ante todo, espero que los lectores disfruten de una buena historia. Una sobre la infancia y la amistad, y la pérdida de estas, y la manera en que pensamos sobre el pasado y la nostalgia que sentimos conforme crecemos.
Respecto al aspecto político, creo que muchos de nosotros tendemos a concebir las protestas sociales y los movimientos contra las injusticias como cosas dignas pero carentes de alegría, con fines políticos nobles pero prosaicos. Pero las grandes protestas no son solo sobre nuevas formas de hacer política; se trata de personas que se reúnen, que forman nuevas amistades y relaciones, que crean nuevas formas de música, cultura, poesía, maneras de expresarse y de hacer arte, de bailar y debatir, y todo lo demás que uno pueda imaginar. Son los planos de un mundo nuevo.
Y, desde dentro de esas experiencias, se vive una gran alegría, aunque también miedo. Los acontecimientos de la Plaza de Tiananmén en 1989 fueron sofocados de la manera más brutal y trágica. Pero espero que quien lea mi libro no sienta pesimismo, sino alegría y esperanza. Porque he intentado capturar un pequeño fragmento de cómo se sintieron aquellas protestas, la luz que emana de ellas a lo largo de los años. Una luz que sugiere la posibilidad de un futuro más brillante y humano.