Axel es un famoso creador de contenido de viajes que lleva tiempo viviendo en una furgoneta, ya que, tras morir su abuela que había ejercido de madre, decidió dejar su trabajo de comercial en una gran empresa y perseguir su verdadero sueño: convertirse en youtuber y vivir de forma nómada. Sin embargo, esta idea no fue muy bien recibida por su novia y toman caminos separados.

Axel emprende entonces un viaje a Nueva York para intentar superar esta ruptura sentimental de la que le está costando pasar página. En su último día en la Gran Manzana, conoce a una misteriosa seguidora y tras pasar una increíble tarde con ella se despiden sin que él llegue a saber su nombre y sin atreverse siquiera a pedirle el número de teléfono.

Tras varios meses obsesionado con la misteriosa chica, Axel vuelve a encontrarse con ella en Kenia. Mar y Axel deciden embarcarse en la aventura de vivir juntos de manera nómada y enfrentarse a todas las convenciones sociales y familiares para vivir libres y sin ataduras.

El chico de la gorra es una novela inspiracional que removerá los cimientos de todo aquel que decida sumergirse en sus páginas. Desde una clara perspectiva positiva, Mike Aquarium retrata la capacidad que tienen los seres humanos de superar las adversidades, de resurgir de las cenizas y de buscar su lugar en el mundo, aunque ese lugar sea uno diferente en cada momento.

El protagonista de la novela, Axel, convierte la desgracia, encarnada en la pérdida de su abuela y la posterior ruptura con su novia, en un punto de partida para perseguir aquellas metas que siempre ha sentido que estaban pendientes de cumplir. Ser consciente de que tiene un trabajo que no le llena y que incluso le provoca diferentes problemas de salud derivados de un trastorno de ansiedad, es el detonante que hará que decida poner su vida patas arriba, en el mejor sentido de la palabra, y que lo llevará a lanzarse a un cambio que parece estar solo reservado para aquellos que descubren que la vida solo se vive una vez. Así pues, desde la primera página de esta novela, Axel demostrará que nunca es tarde para alcanzar los sueños y, en consecuencia, tampoco para empujarnos a trans- formar todo aquello que no nos gusta.

El creador de contenidos digital Mike Aquarium debuta en ficción con una historia inspiracional, diferente e increíblemente emotiva. El chico de la gorra es una novela sobre los miedos, las desesperanzas y las pequeñas victorias de una generación que debe encontrar su sitio en un mundo sin manual de instrucciones


Para Axel la felicidad se convierte en darse un baño en la playa antes del trabajo, en desayunar admirando el horizonte o en compartir una cerveza con los amigos, esos que llegan a convertirse en familia, después de un largo viaje. En definitiva, El chico de la gorra es un canto a aquellos pequeños placeres que los que- haceres diarios nos arrebatan la mayoría de las veces y que son la principal recompensa de la vida.

Pero El chico de la gorra no solo nos habla de la posibilidad de alcanzar los objetivos personales y de descubrir que hay otro mundo más allá de la oficina, la hipoteca y las comidas familiares los domingos. En sus paginas reside una emocionante historia de amor. La historia de Mar y Axel es la historia de dos almas gemelas que se apoyan mutuamente para conseguir alcanzar sus objetivos vitales y profesionales mientras aspiran a llevar una vida a orillas del mar y alejada de los lujos que puede suponer vivir en una casa con tejado.

Entre las páginas de El chico de la gorra también habrá espacio para hablar de la familia elegida, ese grupo de personas con el que no se comparte sangre, pero que siempre está ahí pase lo que pase. En la novela, esta familia está representada por Julio, el dueño del chiringuito y del parking en el que vive Axel; por Joe, un inglés trotamundos que se gana la vida tocando la guitarra; y por Churra, un andaluz con gran sentido del humor y mejor corazón. Junto a ellos y algún que otro secundario más que también vive sobre ruedas, nuestro protagonista ya no solo compartirá una Nochebuena muy emotiva, sino que también creará unos vínculos tan fuertes que se acabarán convirtiendo en el entorno seguro al que poder acudir para celebrar las victorias o para recuperarse de la derrotas.

Mención especial merece Trufita, la gatita que Axel recoge de la calle una noche de lluvia y que se convierte en su verdadero amor incondicional. Junto a ella vive el confinamiento durante la pandemia del coronavirus. Ella encarna ese sentimiento de percibir a los animales como grandes compañeros de vida que devuelven con creces, a través de su cariño y a veces también de sus travesuras, todos los cuidados recibidos.                                                                       

Como cabría esperar, en la novela tampoco pueden faltar los viajes. Inspirada en las vivencias persona- les de su autor, un youtuber que se dedica a viajar de forma nómada por el mundo junto a su pareja, podemos recorrer ciudades como Nueva York, con la que se abre la novela, o países como Kenia, en la que veremos florecer la gran historia de amor entre los dos protagonistas.

La vida lleva treinta y cinco años haciéndome trampas y la felicidad no estaba escondida en el cajón donde me dijeron, así que ha llegado la hora de buscarla en otro lado: voy a vivir de crear contenido para mi blog y mis redes sociales, recorriendo el mundo con mi inseparable cámara. No sé qué es lo que me tiene reservado el perverso señor ese de ahí arriba que maneja nuestros hilos a su antojo, pero espero que al fin sea justo conmigo y me permita disfrutar de este camino

LA HISTORIA TRAS EL CHICO DE LA GORRA: LA HISTORIA DE MIKE AQUARIUM:

Mi abuela tenía en casa un pequeño balcón en el céntrico barrio zaragozano del Portillo, desde el que se di- visaba una buena porción de cielo. Eran siete segundos de una maravillosa estela que se trazaba entre las nubes hasta que de forma irremediable, terminaba escondida tras ese gigantesco bloque rojizo que hacía algo más cortos nuestras horas de luz. La vida del Mike de ocho años consistía en eso, en soñar asoma- do a la azotea con subir algún día a uno de esos aviones y recorrer el mundo. La economía familiar no era muy boyante y la abuela supo ver rápido, que con una hoja de papel y un bolígrafo era capaz de imaginar un mundo mejor, y también de estar varias horas entretenido sin que le diese demasiado la murga.

De forma inconsciente, plantó en mí la semilla de la creatividad. Además, fue una jugada magistral, ya que conjugaba a la perfección con nuestra raquítica situación financiera. La felicidad de ese inquieto muchacho dependía únicamente de tener siempre a mano una libreta y un par de bolígrafos y no de esos juguetes ca- ros que escupían los anuncios de televisión cada Navidad. «Algún día viajaré por el mundo y escribiré un libro, abuela. Seguro que a la gente le gusta» y ella me devolvía una de esas sonrisas con algunos destellos en sus achinados ojos negros tratando de camuflar la realidad.

Tuve que ser todo lo práctico que pude con mis ambiciones laborales. Yo siempre quise escribir y viajar, pero el destino tenía otros planes. Cuando te has criado en un barrio humilde como el mío, conseguir un contrato indefinido y una nómina a final de mes es ganar el premio gordo. Así que una mañana de octubre pasó delante de mí un tren con una suculenta oferta laboral en una importante multinacional. Me agarré a él y eso fue todo. Conseguí una estabilidad económica, la entrada para una casa, un coche y todas esas cosas que se supone que has de darle a la sociedad cuando uno camina de forma imparable por la treintena. Llegados a este punto uno tiene dos opciones, asentarse, acomodarse en la rutina, formar una familia, trabajar de lunes a viernes y veranear en la playa más cercana el resto de tus agostos o tratar de saltar de ese vagón lo antes posible para comenzar a vivir de verdad.

Había comenzado a viajar durante mis vacaciones y decidí abrir un canal de Youtube donde mostrar mis aventuras. A la abuela se le caía la baba cuando le hablaba de travesías por ríos de Indonesia en busca de orangutanes, de cómo era ver Nueva York encenderse desde lo alto de un rascacielos o de ver ratas a la brasa anunciadas en el menú de algunas zonas de Vietnam. También le sorprendí alguna que otra noche bichean- do en aquellas viejas libretas, y me decía: «Mira, hijo, aquí soñabas con ir a Japón y ya has estado dos veces» y también me echaba en cara de vez en cuando que hacía demasiado tiempo que no empezaba una libreta nueva. «Ojalá tuviera más tiempo para escribir, yaya, pero no llego a todo».

Mi proyecto viajero comenzó a dar frutos y decidí dejar el trabajo para dedicarme de lleno a mi blog y a mi canal de Youtube. Mi abuela murió prácticamente al mismo tiempo. La vida me sonreía y a la vez me clavaba los colmillos. No llegó a ver mi sueño cumplido por los malditos pelos. El árbitro del destino hizo sonar el silbato antes de hora. Mery, mi chica, me dijo «al fin nos iremos de viaje sin billete de vuelta ahora que has dejado el trabajo», el sueño de todo bloguero de viajes. «No cariño, ahora voy a escribir una novela, le debo una libreta a mi abuela».

Un año después, llegaba al fin del epílogo de El Chico de la Gorra. Lo auto publiqué en Amazon y mi historia comenzó a volar. Mi historia corrió como la pólvora a todas las ciudades de España y a algunas partes de México, Argentina y Estados Unidos. A los doce días una tal Ana de una editorial llamada SUMA se interesó por mi novela. Allí no encontré un tren al que agarrarme de nuevo. Di con una barca enorme y un equipo de gente dispuesto a remar conmigo para que la historia que siempre quise escribir continúe volando.

Abuela, te dije que les iba a gustar.

Mike Aquarium

Sobre el autor

Mike Aquarium, es creador digital de contenidos de viajes. Tiene más de 26.000 seguidores en su cuenta personal de Instagram, más de 140.000 en la profesional y casi 75.000 en YouTube. Junto con Mery, su pareja, hace vídeos de viajes, y su historia personal parece ser un reflejo de lo que se cuenta en El chico de la gorra, su primera novela.